La luna se durmió repleta
de luces, de cielos largos.
De aguas de lluvia ensanchada
su embarazo lucía a pleno,
tan blanca la absorta me
miraba
desde el domo del camposanto.
En la espontaneidad de la
escena
se estremece el corazón
entero
y las palomas del campanario
Parece un sol de crines
longas.
Vaga su velo trasnochado
vestía la piadosa laminillas en
bordado.
Ah, no te muevas astral
esfera
y con tus labios de plata
besa
la cándida virtud de arboles
talados.
Distendida será su leve
tristeza
en la senda añil de las
acacias
no tuerzas la paz de pájaros
arcanos.
Misterio ambarino de azucenas
sobre sus pétalos canta la
calandria
armoniosas melodías de
pastoril campo.
Sosiego de aromas dormía ovillada
posada en un nidal de
montaraces palomas
construido en los valles
altos.
Caminemos al pié de la
arboleda
junto a su marcha partidaria,
no creas que lo agreste no se
desplaza
cuando el jilguero por su
gola pía.
Hoy es distinta su
cristalería
de espejo que refracta en los
lagos
vibran las aguas planetarias
ante la inmensa luz
proyectada en su cara.
Si cotejo su faz con absorta
visión
no he visto tan colmado
su plenilunio de alba,
suelta mi canal una grácil
lágrima
con percepción de alcor
sesgado.
De LLUEVE EL
VIENTO EN LOS TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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