De bruños recónditos
y aguas límpidas
las acequias de tus muslos
exaltan sentidos.
Azafranada orquídea,
magnolia de instinto agreste
es tu boca centrípeta
talego del cereal magnífico,
silo depositario en derroche,
aljibe de miel en depósito
que libo de tus pezones.
Tus senos dos colinas
en estática armonía,
Tus largos muslos
de primaveras continuas
siembre floreciendo
tus rosaledas purpurinas
en horizonte cetrino
de floresta tupida.
Aquí yacen mis labios
sedientos.
Voy a consumir de tus fauces
zumo rojo de amapolas,
en tu piel color cobriza
tendida la exótica fronda
A media luz del pábilo
consumido
voy a aferrar tus blondos
cabellos
cuando el prefacio augure
descontrol de jadeo.
En este recinto de madrugar trasnochado,
ultramarina arena, entidad
corpórea
muérdeme como loba tripera,
desgarra mi carne hasta las
entrañas,
arde en mi colmena
tu dulzura fueguina,
en mi estás como la astilla
inserta en la madera,
tus pies caminan con los míos.
Humedece la sequedad de mi
leño,
al paladar árido cólmalo de
melaza
y en la vorágine del apogeo
plañe tu garganta de pífano
que tu alma cabe en mi
corazón sosegado
y rondando en tu cintura
te acariciaré sin mis manos.
De LLUEVE EL
VIENTO EN LOS TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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