Haz en mi pecho
tu morada de sangre,
que tus labios
entren en mi boca
de azahares ensanchados.
Puéblame hasta el estallido
de mis entrañas,
quizás no haya un mañana para
caminar la senda con tus pies.
Alborota el gesto de mis manos
con tu corazón dibujado en tus pupilas.
penetra la copula
hasta mis últimos maderos
que he orquestado mis tallos
quemantes para arder en tu ternura/
.
Báñame con ese elástico miembro
que pronuncia silabas.
Deja mi paladar colmado
de hastió que
la saliva de mi sed
está clamando el nombre de tus labios
en todos tus prados/
.
Sol abrazador
con manos de mujer
entierra mis pedazos,
ven con gozoso placer y
tus claroscuros de cebra.
Moja mi horizonte con tus gajos
Véndame las órbitas
que no piquen los cuervos
la memoria de
mis ojos de cristales templarios
porque fueron hechos de espejos para mirarte/.
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