Paráfrasis a Aimé Césaire
Excelsas desolladuras en la carne del incesto
y en los poros de piel seca entre las
arenas de múltiples azoteas puertos proféticos y mil aldeas flageladas.
Tiempos de leyendas en los mástiles
donde rebeliones férreas fueron pieza de
cañones desgarrando la carne en las murenas, las velas agonizaban entre gélidas
tormentas, faroles de atolones en pesadumbre entre las espinas de las huellas
hoscas pezuñas de manadas acuáticas rezumaban espuma en la suspensión del lodo
pedazos de carne cruda próximas a las playas.
De frustrados impulsos el mar ya era
rio de impiadosa piraña, un desbocado gusano con dinteles de cuchillos
masticando hasta las maromas alejaba todo testigo contra el golpe del guijarro,
en la honestidad del mordido manzano un vals entre semillas de secoyas
expulsaba la derrota al escupitajo y las bahías nocturnas pregonaban carne nueva,
hiel y cuajo.
Entre el ocaso de tizones se prendía
la llama del llanto y lo accesible de la claridad se acercaba con la sinceridad
de torcidas venganzas,
sobre los chopos de melaza seguían las
pirañas saboreando cisternas hepáticas, huesos potenciados de calcio en nuevas
mareas la alevosía danza.
Sobre la altura de las secoyas
desarrolladas aguardaban la llegada de otros barcos encallando entre arenas
sangrientas de barro cáustico.
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