Cuerpo de madera, corazón de
lana/
Alma de pulida estopa
saliendo de su pecho/
Con que desparpajo
llora la marioneta humano
la fatiga del muñeco/
Con esmero lava su rojo
sombrero,
estira sus brazos de hilo y
alienta su animo de
invernadero/
Lo acuna en su lecho y
prodiga calor de caricia
compañera/
Al pasar su mano de
ceremonia
halla su madero deshecho...
¡El
títere ha muerto!
De tantos apuros y empujones
en las troupees del circo
al afán de la moneda de su
amo/
Lloró el maniaco usurero
su blanca muerte de
prematura cana
con lagrimas negras de
cuervo/
Cavilando anduvo su rumbo
incierto
y de tanto amor siamés
proclamado
dejó su desnuda espalda
entre el basural del baldío
y la feroz mordida del pasto
carnívoro/
Llovió ese día como un
diluvio...
Como si el mundo quisiera
lavar su cuerpo/
La mañana en decoro rodeó su
agujero de agua
y por ley moral lo decretó
arroyo/
Al llegar la límpida
inocencia de los niños
a su santuario de fuente
no mostraron su luto
cercano/
Ornaron de barquitos sus
bordes de agua
y en sus manos guardaron
un alegre papel que
sonriente decía...
¡Gracias por todas las risas
que pegaremos al recuerdo!
Títere de alegre madero/
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