He revisado el diccionario
con rigor académico a diario y
de una palabra que exude glamour,
mis ojos no han hallado un breviario
Clama por ti mi dolor de melancolía,
cuando el otoño horada mi frente.
El vuelo de mis alas es urgente,
la noche me aparto su compañía.
El muro del pesar de mi apetencia,
me reseca la lengua en actitud impronunciable.
Hastiada y cruel, se rebela y no es afable,
como el canto del ave muerta delata ausencia
De puerto en puerto va mi vela
al rumor del mar crujiente,
mi amor se hace en la ola creciente
y mi corazón resiste al cruce de la ribera.
A la tormenta de calaveras,
se hunde como pesado osario
en el océano de los ahogados.
En el dulce fragor que embarga
El sustento de tus besos sin clemencia.
La soledad habita tus ojos,
a la espera de mi compañía,
se me enjuga la boca por el pan de tu risa
A la tormenta de calaveras,
se hunde como pesado osario
en el océano de los ahogados.
En el dulce fragor que embarga
El sustento de tus besos sin clemencia.
La soledad habita tus ojos,
a la espera de mi compañía,
se me enjuga la boca por el pan de tu risa
y la espera de tu llegada
se dibuja turbulenta,
Al arribo de tus brazos se abre clara.
Me inclino a ambos lados.
No puedo evitarlo. Me dejo atrapar
Al arribo de tus brazos se abre clara.
Me inclino a ambos lados.
No puedo evitarlo. Me dejo atrapar
En las redes de tus brazos.
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