Lentos juegos
de cascadas reflejaban iridiscencias
crepusculares que
nos obsequiaba el universo,
entre copas
nocturnas se abría el cristal como dos manos blancas
rasgando cuerdas
cimbreantes brotaba el canto azul de la guitarra,
Un pájaro gorgojaba
bajo una luz de luna ambientada
y solo la leche
perlada de tu boca era al brindis la esencia
paradisíaca que a
la cresta gravitaba miel en los belfos.
Golondrina del
alba, sobrevolabas la estatura del firmamento,
parecías una cesta violácea apilando
ternura.
Manjar de mis ojos, blanco derrotero en esfera desorbitada,
crujías como relámpago lactante amamantado
entre estrellas
y entre todas las flores divinas del jardín
en desvelo,
una congregación de jazmines te coronó
clavel del aire,
con dos dedos burbujeantes de espuma y un
suspiro de camelias.
Ay…Princesa de florería pulida, de haber
visto turbarse el cuerpo
de la vihuela te habrías conmovido cerrando
los ojos con rocío de viento.
Lloraba emotiva la azul guitarra como
susceptible luciérnaga,
en tanto un concierto de corolas planetarias
admiraban la flor más hermosa.
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