P
En la
inclinada tarde bajaba la calle en la
pendiente
que se dirige a puertos viejos.
Cruza
el adoquín con sabor a ajenjo,
lleva
el paso lento de la desnuda melancolía/.
Renovados
tribunales,
juzgados
y opulentos edificios
contrastan
con viejas casas
oliendo
a harapiento ladrillo.
Hay ojos
que no miran,
muertas
orbitas huecas
más
tristes que los gatos sin puerta/
Como
los peldaños que bajan al rio marrón
en un
medio alto fosforece una dulzura de labios
se
elevan las miradas al desvencijado balcón,
una
tierna joven con ojos verdes de disco
da vía
libre a los peatones que reviven/
El
silencio de los rostros pasajeros se frena
con un
stop de rojo semáforo...
La
tardecita dobla las rodillas de los orantes,
con
ese almíbar en sus gestos la joven detenía
las
agujas de la tarde/
Se
aglutinaban en los umbrales
esos
ignotos ardientes sedientos de carne,
El
viento descubrió sus muslos
y una
leve garua
pegó
la tela a sus endulzados pezones.
Como
niños imberbes
veían
esas rosas florecidas
pero
la joven dejó el balcón
buscando
su guardarropas,
puso
un abrigo sobre los hombros
y una
larga pañoleta
de
falda que con ternura abrigaba su cola/
Antes que
fuese recuerdo de new age
la
amaron creyendo que por última vez
verían
la intimidad de la figura expuesta
sin
saber que detrás su cama estaba desecha.
La exótica
joven no era emperatriz de pureza,
Volvió
tardíamente del dancing
y en
una esperada siesta se recompondría
para
el oleaje de otra noche de fiesta.
Todos los derechos
registrados en Safe Creative & Published Word Press Poetry
No hay comentarios:
Publicar un comentario