Esta
noche de ingenuas estrellas,
invita la
cómplice tentación de amarnos
con
ensueño precoz bajo la alborada.
Quemar
sudores en las pieles despiertas
gestando
flujos de arterias que propulsen el acto.
Laboriosa
cavadora, cuanto has visto
los
colores en mi cuerpo de tierra.
Yo aun a
ciegas reconozco los montículos
de tus
glebas no labradas.
Temblor
nocturno de luna silenciosa.
Precipitadas
pupilas abiertas como zanjas.
Mejillas
que se tiñen de arreboles
como un
clavel en franca oferta
que
envuelve al fuego audaz de tus caderas.
Se tienta
la pasión al juego sin pudores,
la noche
se arquea en signo de carne temblorosa,
gacela en
celo, tu sexo se doblega
como la
sal rota en la estirpe de la panoja.
Dulces
dolores en mínimas partículas desiertas,
como la
sed del pájaro que en la fogata acrecienta
impávida
constelación de cenizas.
El cuerpo
de los labios suelta al aire sus dones.
Fugitivas
cascadas aceitan nuestras manos de agua
y en un
rugido quemante se despliega
tempestad
luminosa en nuestras sombras amantes.
Nada
detiene esta riada glamorosa que desborda las acequias
No hay
indicios de inmadura torpeza.
! Oh! ,
carmesí de labios, bésame con orgullo diamantino
Y en
todas tus zonas velaré la extinción de tu pureza.
Dame un
combate de burbujas, denso volumen del trigo,
con
mística cortesía me incrustaré en tu boca cereza
como una
luna ágil que baja su lengua de rocío
a las
piedras de tus muslos, granadas de miel desveladas en mi boca.
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Poetry
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ricardo alvarez@blogspot.com
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