Hay una tumba tapada por
maleza,
desolación oscura,
en la torva cae légamo
al cementerio
No hay principios
ni linajes.
Esta cuarentena eterna
no distingue dinastías
principescas.
Aquí reina la opacidad
lánguida
de brumosos espejos.
La vida se resume
en inscripciones
donde resquebrajadas flores
ya moradas
roen los túneles de la sangre
custodiando sepulcros
rebosantes.
Se desgranan
mortajas sin bronces,
las piedras son edades
sin tiempo
que con desamor aleve
aguardan el paso
del sarcófago,
como si tuviesen brazos
de guadañas y espinas,
bocanadas de humo negro y
ortigas.
El adiós del ente es la
bienvenida
que fatal clama la lengua
hirsuta.
@Edición de revista
bimensual CRÍPTICO – Publicación
bimestral en BUENOS AIRES,
ENTRE ESCRITORES
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