Redonda,
como la cúpula
Curvas turgentes y roce de tacto sublime, de terciopelo perfecto.
Como
la badana
Suave y lene. Tu piel de amenaza candente.
Como
la esfera ardiente
de Venus planeta, tu mirada, quemando lo que
roza y ardiendo lo que no alcanza.
Como
el Taj Majal
Majestuosa, esplendor de nácar y mármol pulido
Como
la abeja celosa del panal
Tu risa, zumbando la melodía sinusoidal del
cosmos
El acento de la brisa, y de pronto, el énfasis
de la serenata.
Como
el girasol
Con el cuello flexible, buscando mas allá del
astro luminoso.
Como
la espiga tierna
de la avena, tus dientes de hamaca, al vaivén
de la brisa.
Como
el epicentro
de la forma, de donde nace tu lívida potencia
De
viva pureza
tu vientre, y tus muslos subidos en telaraña
de red.
Como
el Tirol
Deslizando en tobogán la nieve blanca por tus
senos de masa
Tras
tus cristales,
la pasión del puma hembra en tu mirada
Brota
del iris amarillo
el otoño y tus negros y profundos abismos,
clavándose en la estrella.
Saliendo
de tus ojos
dos flechas de sangre, hiriendo al sol,
honroso de ser herido, y
eclipsada la luna, digna de ser lastimada.
¡
Vuelo de tus pestañas en alas de Icaro ¡
Senda
del mañana,
en ellas me subo, y al polen que sueltan, se
va el aire fecundo.
Tu pelo cabezal como enebro, astilla y pluma
suave de nido.
Donde anida tu
amor, no aova la penumbra.
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