De ti he salido mujer,
del fuego mortal de tu
abrazo
golpeado como un aspa vieja
del molino llovido por la
piedra.
Obeso salgo de entre tus
senos,
casi muerto por la uva de tu
suspiro
y sus laderas de monte.
Desparramado caigo a tu
ombligo,
como un racimo preñado
en nueve lunas de primavera
Tus muslos magnéticos
atraen los pájaros del canto
metálico/
Entre las abras carnales y blancas
penetro como bélico guerrero
impetuoso y
la esponja celeste de tu
entrepierna
absorbe mis últimas gotas de
vena/
Vuelvo a forjarme
como el hierro en el crisol
ardiendo y
poderoso emerjo, con bríos
de batalla/
Doblo mis rodillas
crujientes y
te adoro como la creación
terrenal más viva/
A tu hora poderosa
vi sucumbir la
flor blanca
y festejar la vida precipitada.
celebrándote diosa del color
en tu prado de pétalo al alba.
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