jueves, 13 de febrero de 2014

PERDÓN, AMADA



Siento que te arrastro
al triste pozo que caemos a diario.
Absurda herida, dolor de arena y pantano.
Inútil espina clavada
provocan nuestras lenguas afiladas.
 Sé que la mía es la más cortante.

¡Perdóname amor ¡
Cuando te hago temblar en el barro y
te hundo como una estatua pesada.
Intento elaborar mi lenguaje  
afinando mi oído a tu delgada palabra.
No es tu fonismo grueso y ancho
sino mi comprensión limitada y estrecha
No dejes las heridas ronden tus cálidas arterias.
Espera que esterilice mi lengua y retornarán

                            palabras clementes a tu pecho reconstruido.


Sé que a veces...
mutas callada en los cuadros del sonido
 lo dibujas en gestos y
no te veo
mientras estiras tu mano buscando
en el viento un cálido fonismo
como el vuelo de un parapeto
en brisa calma,
algo de aliento que resurja,
algo de admiración
que te reconozca electa
en mi voz de silaba
y te brote revivida
como la rosa engordando
con la uva magenta en su semilla.

No me odies amor por esto.
Sólo ámame.
 El odio es amor mal gastado en fuerza,
 nos traerá los rencores triplicados y
hará bélicos nuestros instantes de siglos.
 Tu, amor mío,
con solo reír me amas
y me hace mejor hombre.
Que no te hiera mi hombruna
Imberbe de diario escudo.


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