Tras mi nuca, siempre está tu
trasnochado aliento.
Viento y aire frío soplan resbalando
por mi cuello, y
como si
fuese una invernal ventana,
con la
boca abierta de par en par,
tu
aliento de aullido de gata en celo
roza mi
oído y mi oreja fría parece
que del
invierno salta al estío.
En mi
cuello como de sombra perseguida
se
anuncias tus yemas encendidas,
Como un
caño derruido y
el agua
mojando las paredes de mi cuello-nuca.
Son tus
besos silenciosos,
derramando cálida saliva como una corriente
continua.
Cuando
tus dedos ladrones le roban caricias
a mi
rostro, parece que tu mano se agranda, y
trasvasa mi cuello como si fuese pulpa blanda.
Palpas
mis párpados y la noche se hace inagotable.
Tu
tierna mirada me traspasa de la nuca
al
espejo de mi frente.
Con tus
palmas retozando en zigzag por mi boca,
como si
mis labios fuesen tu juguete.
Cuando
asoman tus palmas de arena y
brillo
como el desierto blanco,
la
senda de los caracoles se lee en sus rayas
La
noche se va haciendo de insomnio eterno y
devoro
el pan de tu frente y boca.
Pan que
devoro como caníbal y nace cada mañana,
del
carbón horneado
de tu
aliento ardiente trasnochado.
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