Radiante
en la mañana como equilibrio del agua.
Reluciente
en la noche, como la nova más esperada.
La
espuma amarilla asoma en la ventana de tus ojos
Ribeteando
el limite cromático de la miel.
Cuando
tus verticales iris irradian,
el
centelleo susurrante de la hora
crepita entre las sábanas verdes camufladas
a la altura de un follaje denso,
donde
mis dedos zumbantes
acarician
la avena suave y la grama tupida
con
la sed de fuego de tu estío encendido.
En
el edén de tus senos la melaza se aclara
y
explaya su sustancia como un liquido licor,
derramado,
ágil y fresco,
como
la brisa y la alfombra deslizante
de
la montaña ilusoria del paraíso celeste.
¡
Espléndida Amor. Insuperable ¡
Cuando
nado en tus muslos de sombra blanca,
más
blanca y pura que el pico nevado perpetuo.
Reposo
mi pálido rostro entre el ebúrneo blanco
marmolado
de tus muslos empelados,
donde
mi piel se broncea con el reflejo.
Y
mientras cruzo tu tierra frutal y de ocales
voy
pregonando a la vida tiempo para amarte
y
a los dioses de todo credo,
otra
vida para contemplarte.
Me
deslizo por tu alborada nieve, con esquí de madero artesanal,
hacia
tu estuario fémino,
ancho
como el caudal del río Argento y
vuelvo
hacia tus ojos de encanto,
ya
perdidos entre las nubes y
las
tierras del éxtasis de abismo profundo
Y
en tu boca de gesto ecléctico,
muevo
mis hombros al nado
como
extraviado marino de ultramar.
Aunque
dejase mis brazos amputados al momento,
seguiría mi nado,
hacia
tu planeta acuático de mujer/.
¡
Espléndida Amor ¡
Toda
tu geografía de hembra femenina radiante.
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