Donde se alimenta el
amor
la arquitecta flor
moldea su espléndida ramilla,
el agua mineral
desprende sus escamas y
los musgos se aferran
como náufragos pujando por la escotilla.
El ojo de la noche
cierra su visión de fantasmas
y aquí, entre nosotros,
el silencio otorga su voz.
Tú dejas a mi
pabellón murmullo de campanas.
Yo paseo por tu boca y
siento el pulso de tu corazón
en latido abierto y
actitud fragante de secuestro.
Hallo los relojes sin
época respirando por tu aliento.
Me pregunto ¿Habrá
una conjuración benigna?
Por que el extenso
viento trae su luz en paradigma,
veo tu sonrisa de lustroso
retrato en la almohada y
los campos de algodón
por tu estirado cuerpo
en la cama como una región
de panorama permanente.
Me visto de ilusión,
rozo mi deseo que obnubila la memoria.
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