Que
luces iluminan tu pecho
de
almíbar condecorado.
Frente,
manos, latir profundo
de
primavera floreciente.
Dame
tu boca simultánea
que
por tus labios danza el durazno,
anhelo
paladear sus gajos
cual
ocales suaves del enebro.
Dame
la perspectiva naciente
que
trae aguas de plata en tus palmos.
De
tus crepúsculos yo me nutro,
al
otoño de tu alma
armónica
melodía escarlata.
Dame
tu suspiro que desvela astros.
El
intimo tesoro del corazón febril de enero,
y
la quietud de una breve pausa
para
unificar tus encantos.
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