Si acaso el mundo te trajo
con tu nombre dulce Sabrina
entre repique de metales y broncíneas
campanas,
vos oíste el eco desde niña y cantabas
y hoy sos el cuerpo de una armoniosa canción
amada
que por fuera expresa grácil melancolía,
Ya adolescente olías a bálsamo y fragancias
como si te vistieses aromas saliendo de las perfumerías.
El cenit se abría a su paso los
pórticos de la sala
y siempre resurgías con tu larga melena,
espeso pelo al viento de tigre-leonesa
En cada crepúsculo tus manos traían
un collar de uvas zurcidas en hilera
y solo te perdías en las
calles del adiós.
Mientras afuera .llovía y llovía,
por dentro el mundo era la pieza de los dos.
Y vos que fuiste espíritu en mi gola de
clamor
sabes que busco tus ateridos pasos en la
mojadura
de la madera y solo hallo el dibujo de tus siglas.
Tu piel, tu piel tan suave como la tela de un
fuelle.
Aquel bandoneón se pierde éntrelas ochavos de
tus ejes
Sabrina, en tanto yo me regodeo mirando tu
blusa.
Cuando te enciendes de emoción eres una pira
Venís con tus manos a calentar las mías tarareando
una vieja canción
Y aquel pájaro que a tu
presencia enmudecía.
Hoy se sacó la peluca de hojas ante tu voz.
Cuando como una rosa te marchitaste bajo la
luna
tu fantasma
presente incorporé a mi cuerpo
y lo paseo desde Boedo hasta San Telmo
dentro de mi corazón.
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