Tendido en el albor sobre las
raíces glaucas del tálamo,
veo llegar sus pupilas de
baldío, los cabellos accesibles en su esplendor,
labiales acallados, el cuerpo
habilitado cae en mis brazos derretido
como un pabilo de cera
inquieta.
La sangre distendida fluye en
sus venas, un plegar de parpados
la asemejan en mirada a una
Diosa con diamantes dorados.
Es la callada compañía del
silencio despoblado, la voz queda del ámbito.
Vocación de espada blanca,
torbellino de corrientes mi erguida sustancia.
Ella es la sombra anhelada
del ayer, presencia de luz transparente.
El sudor del cuerpo es
calvario, paradisíaco fragor y ocular paisaje,
una gota de sal en sacudida,
hija del movimiento es su sonrisa
de esmalte ebúrneo, de edades
sin tiempo.
Viene a iluminar mi vida con
sus faros encendidos,
tras la blusa del sigilo
están las abras anheladas,
atajo entre cerros erguidos,
desprende olor a cerezos puntiagudos,
Vestida o desnuda es tan
perfecta como nueva luna evanescente,
tiene feromonas de lluvia que
en su pecho dormitan.
Es la precisión de la
agricultura, el copo de nieve derretido en mis manos,
corona abierta, imperio de
flor venturosa,
Su canto seduce mis
constelaciones dormidas.
Se disparan los besos y las
piernas torcidas
son sonar de ruido rojo, de
huesos quebrándose.
La manos bronceadas se juntan
como espigas bajo el mismo sol dorándose.
Respira el aire tibio en las
dos mitades del espíritu, el alma yace sorda,
somos barahúnda de goterón
diluido en una gota de jalea.
Cascada de ríos turbios,
cruzamos aguas sobre puente amarillos.
Los parpados cansados
levantan su forma y miran más allá del olvido
golpeando los ejes simétricos
de las cisuras, como un desgarrado vidrio
caemos al polvo del alfeizar
mordiéndonos hasta lo oscuro.
Rozamos la última ventana del
infinito y entre las raíces cruzadas
hay un hueco de agua en
estanque,
Un istmo de espuma decaída en
anochecer de blancura laqueado
donde se limpian los hornos
nupciales.
Sonríen los labios vivos a
las patrias que recogen nuestra sangre de velo escurridizo. Astros somos de un
mismo cielo asentado.
Tras el diapasón del incendio
el flujo acuoso exprimido,
bebemos en la misma copa el
cuerpo espirituoso del licor
que enaltece loa labios de gruesos
cristales extasiados.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS
TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
Hecho el Depósito según la
ley 11-723- registro de autores.
Todos los derechos
registrados en Safe Creative & Published Word Press Poetry
Poemas de ricardo
alvarez@blogspot
Todos los derechos
registrados en Safe Creative & Published Word Press Poetry
Poemas de ricardo
alvarez@blogspot.com
Poemas de ricardo
alvarez-blogger
No hay comentarios:
Publicar un comentario