Nos amamos en el tálamo del pétalo cotidiano.
En el conducto artero de los besos,
con el iceberg del invierno consumido.
En el pasillo del antes y el ahora.
Al camino de las idas y la senda de los
regresos.
Del brazo cansado del sauce dolorido por el
fragor
de la batalla diaria a la postura erecta del
tulipán.
De la piedra sacra al lodo y del río ocre a su
cauce.
Del norte al sur de los polos aplastados
Y de los trópicos terrestres e invisibles.
Con el beso impoluto, recostado sobre los
hombros, la miel
vertía en el cántaro, y tu boca con lengua de
istmo lo sorbía.
Canto de susurro y
gemido, placer mágico al oído,
proclamé al aire nuestro amor eterno,
bajo la sombra en copa alegre de mi boina.
Al fuego del abrazo
en cópula,
la uva desnuda nos empalagó los labios.
¡ Nos bebimos el
amor en un suspiro ¡
Hasta que el vaso quedó vacío, y al apagar la
sed,
sembramos germen de retoños, en la marea
subida,
y en el suelo árido de la maleza ocre del
otoño.
Fulgor poderoso de fotones en tu risa.
Hoja áurica de párpado y pupila.
El sexo sublime posado en tus ojos,
celebrando en el fuego, el amor consumado
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