martes, 22 de octubre de 2013

RESPUESTA

La espina intentó en vano
asediarnos con el filo de la espada,
al dolor le dejamos los rotos vidrios
de una vacía copa marcada de labios.

Copa herida

-ya alimentada de los rojos-
Abrió su boca redonda de sediento estambre
con apetito absorbente a nuestros panales.
De nuestros labios de estío quemante
andando el piso del germen,
el pié se hizo tallo de flor
y lleno su vientre preñado de aromas.
La espina no se pronunció...
Solo porque clausuramos su gruta de espanto.
Con cuadriplicados labios respondimos con encanto.


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