Prodigio
matemático.
Ecuación
de equilibrio
entre
fuego y carne abrasadora.
Sueño
en las venas de espanto y
las
bahías del corazón sibarita.
Oníricas
arenas de una isla desolada.
Sustancia
de prostituto irremediable, jubilado en un harem.
Pulpa
negra o blanca. Roja o mulata...
También
los senos de una asiática.
El
germen corrupto flameando
en la
llama de mis ojos fueguinos como testigo
Bailando
descalzo
el vals
libre y anárquico de las alpargatas flojas
o el lago
de los cisnes
con un
tatuaje de acuarela y música chatarra barata.
Cisternas.
Tizones.
Egos
expandidos.
Basural de raza y elite.
Al
borde de la locura del inconsciente y
en la
cuerda floja de las estrellas colgantes,
irritada
mi apnea de pecho por un enigma
que los
signos astrales no han resulto
en mi
jauría de caballos desprendidos.
¡ El cómo ni el cuándo ¡
Hasta
tu aparición,
con
halito florecido en soplo.
El
renacer de un sujeto suspendido
y de tu
única carne,
pasando
a la diete de tu pulpa y vegetales.
Tu...Tu rayana a mi demencia
rescataste
mi galope ecuestre perdido
los
signos astrales dejaron la femera, y
hoy
tocan el blues de los ojos negros encendidos,
con el
fósforo de tu mano
vagando
en el azufre polvoriento con vocación filantropa, y
mi
cisterna antes inundada,
estalla
en polvorines.
Barriles
y botella de antaño, ahora limpia y clara agua
tú, y
tu
teorema del equilibrio ondulante aun desconocido
Tú.
Tú.
Sólo
tú,
mi nave
salvadora.
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