
mitad
de luna soñolienta,
nocturnos
pies apoyados
en
la arena/
Huella
de gaviota azulada,
pareces
cultivo de colores
en
tus pómulos brillantes/
Días
de sonrojo,
cuando
se va la noche,
y
la gaviota azulada, se marcha ,
de
amor preñada
los
pómulos ya no brillan,
se
han vuelto sonrosados.
Es
en ti, dulce remolino,
cascada
en salto descalza.
Tempestad
de melaza
donde
iluminan las orquídeas
espeso
paisajes de rocas,
atolladero
de muelles sibilantes
traes
barcas de marea,
árboles
de ramas caucas curvados
de
hojas metálicas con
sonido
a campanarios repicantes/
¿
Remolino ? Derrotada por tu amor,
ese
hermoso remolino, se ha vuelto
una
rueda en calma que espera la llegada
bajo
arboles del cauca, que con sonidos metálicos,
me
dice que en las barcas que ahora llegan,
llegas
tu mi buen amado.
Cuando
la brisa roza el errante crepúsculo
girando
sobre el revuelo del aire
aposenta
sus alas en tu cabellera/
La
potestad de la playa te nombra
bajo
la ancha fronda de la palmera y
un
cielo de rumor suave pregunta Andrea...
¿En
qué planeta de badanas
se
forja la lenidad de tu alma
que
pareces espiga dorada
florecida
en la recostada y tórrida sombra?
Andrea
ese es mi nombre,
formado
en un mar de amor,
del
planeta que mis padres,
me
heredaron, en donde reina mi Dios,
y
a la sombra de su abrigo,
crece
esta espiga dorada al que llamaron Andrea.
¡Ah,
si pudiera presagiar destino de tu paradero
que
lleva la longitud de tu paso abriendo brechas!
¿
Por que te has vuelto tan ciego ?
habrás
notado en mis letras,
que
estoy abriendo una brecha
y
sepas mi paradero...
¡
Y que en este hermoso juego
donde
hemos cruzado versos
no
es verdad que de amor muera
pero
si amistad sincera!
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