Bendito
sea el mordaz pecado
con
sortilegio de luna ardiente
donde
el anhelo es aperitivo del deseo
entre
dos bocas que en vigilia no duermen.
Vapor
de aires en el tálamo amparados,
turbio
pensamiento siempre dispuesto
a
dentellar las crestas labiales en juego de dados,
callando
los ruidos de cuerpos dispuestos,
a
batirse entre rumor de olas quebradas,
bajo
el idioma de la sangre temblorosa
donde
laten arterias por las manos,
la
piel reclama surcos de aguadas
y
el éxtasis es la ruta de jugos ardorosos.
Precipitados
labios de palabra silenciosa.
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