Esta
preciosa mujer de mano cándida
que
recorre mi cuerpo,
tiene
la luz de mil soles en los ojos
y
el curruco sutil de la paloma.
A
contraluz reflejan cara y pelo,
la
vendimia fructífera en los dedos
y
en las hebras acicaladas
refulge
el trigo sustancioso.
Tiene
labios de cielos azules
que
besan mis frutos maduros,
con
signos indescifrables eriza mis zonas
y
a la piel con plata del aire roza.
En
Lenta lluvia de diez gotas de agua
moja
el alfeizar que cubre el esqueleto.
Es
urdimbre de campanas y salmos
y
su boca alba nada sabe de la nieve,
ni
del calado vuelo repentino del zopilote.
Tal
vez esta mujer es la que al lecho
uno
a uno desgrana mis elotes,
porque
su aliento a begonias reconozco
cuando
el suspiro musita sobre los hombros
y
la brisa repite su nombre cierto.
Alcanza
mi tacto dígito
porque
aún sin manos advertiría
los
sinuosos meandros en la cintura
y
el elixir de su savia recorriendo mis horizontes.
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Poemas de ricardo alvarez-blogger
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