Un
hombre feneciendo en su cuerpo
vive una
burbuja de sueño.
Esquelético
trasto obsoleto
se
muere al espejo su miembro/
Pérfida
impresión de imagen,
memoriza
su cuerpo
con
lente obeso.
Crispados
vidrios al espejo,
su
piel siente
glándulas
por dentro
en
exceso/
Reviven
túmulos de manos
que
lo ciernen.
Barracudas
en la sombra
amarradas
al puerto
de
los castos.
Tristeza
de aguas sin colores
en
colgajos de melancolía,
Crecen
en su altura mustias flores
que
se unifican,
sus
dos alas se amigan/
Hombre
tieso, ya camina
rosas
sin dolores.
Vertientes
sin orbita
perdidas
en la tierra/
Vampiros
labios de sangre
imagina
una mujer
sobre
el glande.
Siente
su sexo en el inconsciente
copulando
en el colchón del
almendro,
iluso tiempo del ayer.
El
hombre dirige el cohete
en
la amnistía del cuerpo y la mente,
la
cremallera desbocada, es fehaciente.
Va
la tempestad a la prenda
que
pierde su alisada forma,
la
tela se rebela
en
un cerro amotinada/
Esqueleto
de congoja
en
el horror se entusiasma,
vacío
de nubes,
sospecha
de identidad
púber
en
la piel delatora que se afloja.
Halló
la calavera
del
amor en su viudez,
núbil
mástil su carabela/
Un
hueco sin flor
en
la tétrica palidez
yace
muerta una corola.
El
tiempo desamó
su
equipaje
con
algebraica precisión,
se
secó al sol
el
pútrido andamiaje ocioso,
vivió
en su pensamiento
la
fugaz pasión del sexo/
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