Estás
hecha de multiplicadas flores del mundo,
en
el derrotero de las constelaciones
te
moldeó un alfarero con mis requisitos.
Amor,
soy el trazo de vida que existe.
Tu
eres la gasa que unge los dolores.
Con
el tacto de tu camino que palpita
la
senda de mi alma se extiende hasta el límite de la piel.
Amo
los trazos de tus surcos,
el
terrón de lucero bajo la almohada
el
brillo de la tierra planetaria.
Eres
parte de este suelo rústico
donde
las piedras del cielo se hacen agua
en
el tránsito de lunas con honores.
Hidrografía
de mis arterias,
estás
en las naves de mis canales
cual
esa sangre de relámpagos
y
rayos que en mis labios cultivaste.
Tu
eres para mí la curvada medialuna
que
ondea tus caderas,
el
fuego del sol sacando melaza
de
caña en tus manos ardientes de hechura.
Tejes
mi corazón con hilos de miel
bajo
la sombra del ciprés
y
cuando remontas vuelo de paloma
recorro
el fuego de tu boca, te beso en la forma del aire
en
su esfera de primavera,
eres
leño que me abrazas con pródigas raíces.
Mapa
mío, hecha de todas las formas.
beso
la oquedad de tus ojos volátiles,
repito
en silabeo nombre que renaces,
y
al vaivén exótico de tus pestañas,
congestión
de purpuras rosas
locuaz
mirar, por tus retinas hablas.
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