Como alimentar una boca con
cuchara vacía,
nutrir la fortaleza del
calcio en los huesos
con cariño de manos amputadas
en dedos.
Si la panza en la mesa no
conoce la miga y
la lejanía de abandono no
estimula la caricia.
Sacar del lodo los pies del
inocente niño
pasar el alfabeto con la
ausencia del crayón en
el duro frío del cemento en
asiento como bastón
que no aposenta como la
madera ni el armiño.
Arrogantes ministerios de
neblina oscura
ocúltense a la memoria de las
mentes blancas
que cuando repiquen sus
rebeldes campanas,
en sus inútiles dones sajaran
su carne,
los perros dolientes harán
banquete de tarde
y ni el pestilente gusano
dejará un gramo de su pulpa.
¡Rogad ahora!
Aunque no hay plegaria
ni incienso de aroma
que evapore sus hedores/
Ni bóveda reluciente,
ni cajón de corruptos bronces
en el templo de los dolores
que escapen al largo diente
de la muerte sin prórroga.
Un disparo infecto de malaria
a su impostado esmalte
sonriente.
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