Ocurre
que mis hombros se fatigan
y la espalda se agota de cargar el peso diario de ser hombre,
Entonces suelto mis pasos marcados en la calle de antiguas
huellas/
Reconozco
siluetas macilentas de andar lánguido y monótono.
Manos
que flácidas saludan como ausentes.
Al
abrazo le aguarda un letargo y un “Gracias” un sonido que ya no escucho/
Ocurre
que me cansa la rutina de ser hombre....
Se
me adelgaza la garganta en cuello ahogado de cisne,
cuando
del moho de ladrillos tapiados
y
de las rejas de las casas cuelgan lenguas bifidas/
Sigo
el reclamo de mis rodillas, veo calaveras de espanto con piel reseca
y
ni un átomo de impúdica vergüenza.
Hay
rostros de media cara, horrendas orejas sordas/
Solo
anhelo la presencia del loco del silbido repetido,
su
canto indecoroso pero alegre,
que
la vereda engorde sus pómulos y se ensanche,
la
calle me enamore y se rían los árboles/
¡ Pero no ocurre ¡
Quizás
me hastié de ser el príncipe de la penumbra...
El
rey manco entre los sin brazos,
el
sonriente iluso entre los apagados perros muertos.
Ojalá
pase un sueño en una nube bella,
dibuje
la forma de la estrella y con una navaja corte el vientre de la rutina hasta
que de un paraguas de mala muerte
emerja
el paisaje su forma ausente/
Ocurre
que la magra ternura me rasura como una lija,
la
soberbia obesa me aira, me rebela la tiranía
del
lívido mustio de la tiniebla humana.
Me
fatiga el terror de cadalso en el espejo que mira.
Solo
quiero encontrar una nave pirata en el mar de los poetas locos y soñadores,
como paño gélido la busco para anestesiar mis heridas de lado/
¡ Pero no ocurre ¡
La
palabra se me hace mudo silencio de patíbulo
y
en ademanes escribo con ultimo aliento de previo cuerpo fusilado/
Solo
quiero un reposo para mis pies melancólicos,
una
hamaca para el espanto que me infecta y balas...
Muchas
balas de plomo para ametrallar la rutina.
A las puertas las ocupan esqueletos que respiran,
los balcones en multitudes siguen esperando que los sude la
lluvia
o que se cuelgue un pájaro desafinado.
¡Que patético el color de los jardines colgantes sin olor!
Entro
a los mercados y me confunde la oferta de siluetas,
hay
ombligos lustrosos y dientes apretados.
Exprimo
las góndolas para ver un llanto y
me
hago afable al encuentro de una risa/
Hay
tablones/ latas/ botellas y el moho sigue pegado como a las rocas sin detalles/
De
las elegantes tiendas cuelgan ropas lucientes de mortaja y
los
sonámbulos odiosos se avalachan con cartones de mano.
¡ Que bello seria el cínico placer de la venganza!
Es una pena que deje tanta hambre/
Solo
quiero una a cita a ciegas,
una
plaza con toboganes de ego,
usar
la oreja de un ministro como parlante,
cirujanos
sajadores del alma
y
arquitectos que armen los pedazos...
Quizás
odio el brilloso lustre de los blancos edificios con cadenas,
elijo
una fiesta en un mar de decentes hembras,
un
pobre café donde sentarme y deleitarme,
aplaudir
de espectador una orgía imaginaria de razas mezcladas/
¡ Ojalá pasara algo ¡
Una
bomba de despertares,
un
helecho que cante libertades,
un
doctor que robe, un ladrón que salude,
un
obispo blasfemando y un cardenal puteando o
un
asesino hachero de rutinas/
Solo
quiero encontrar una límpida nave pirata en las aguas de los bardos.
Un afrodisíaco baile de aquelarre con gentiles invitados
en la bruma clara de mi nave descalza de alpargatas/
Regreso con mis pies fatigados por la rutina de ser hombre
y siguen lenguas y más lenguas divididas, profanando la
palabra/
¡Ocurre que me hastía la rutina de inmóvil vena humana
sin la caliente sangre animal caminando la arteria de vida!
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