Como
una muda ola humana,
un
espectro invisible
cómplice
del silencio
amparado
por la luna
entra
con sigilo/
Con
su ausencia de paso
roba
de los perfumes hasta sus aromas
y
el ardor del leño quemándose al fuego
que
dejamos junto al caldero/
Si
supiera que la madera
es
fuego de amor perpetuo
la
dejaría con decencia indemne/
Porque
al pasar las horas
las
cenizas flagelaran sus manos
cuando
reviva mas quemante nuestro fuego
dejado
antes del lecho/
Soplado
con fuelles de alientos juntos
avivando
las alas del fénix
que
en su vuelo dejará ceniza calcinante
en
sus ladronas manos
que
no conocerán el amor,
hallará
un agujero lacerante/
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