Si el sueño fuese el instrumento calmo de
la tregua,
el reposo nocturno, lúdica herramienta
que al labor atiende,
un púber camastro donde la frente
mitiga la memoria
y el cuerpo abruptamente se despoja del
sopor intraducible.
Bruscamente la intimidad borraría el
diurno abatimiento de penas
infortunas, ilustre vigilia seria
despertar con los tesoros del alba
en levante. Opacidad de orbe pletórica,
desolación de arenas,
el menester agotado del madrugar suda
sangre en los poros de la noche.
El frio espejismo habita lindes de
sueños, reflejos truncos de anclas,
siento huir los pies desatados del otoño desterrando hojas de
árboles,
pliego cúspides atemporales que
traspasan inconcebibles rigor de fronteras.
Mínima mi épica resiste la dramaturgia
escena de lo informe,
sortearé muros densos, seré gota
elástica acostándome con su nombre
y antes que repique la primer campana estaré
más rasurado que la alborada.
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