Entre tú, yo, y la tierra amor,
hubo sombras
cuando el sol iluminaba verdes
alboradas.
Entre tú y yo, el suelo también
prendió luces
mientras el astro en su naranja
siesta menguaba.
Entre nosotros rondaba la óptima
naturaleza.
La iridiscencia del
nácar era luz pródiga
que penetraba los costales de la
uva,
la vid en nuestras pieles se
embebía
en claros olivos de
argenta espesura
Eran nuestros pechos dos casales imbricados
el triunfo de la espiga sobre pumas
de pupilas amantes se
embravecían,
nuestros brazos tentaculares
acunaban su riña.
Entre tú y yo. Amor.
La greba se anegaba colmada de
respuestas,
dignificando el fonema amor sin
ataduras.
Cobraban celeste vuelos pájaros
de espuma
y los besos planetarios rojizos
se mordían.
El aire traía labios que desde el
alma se rozaban
y el presente veía comisuras
entretejidas.
La noche y la mañana eran
eclécticas violáceas,
testigos de una guerra amante
hiedras de viento ágiles eran los
labios
y las bocas dormían en la cima de
benditos álamos.
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