Abre tus fauces dragado
rio Paraná
que somos pescadores de
lo profundo
donde fondea el sábalo
nutriente,
ahí se conserva el
sustento de nuestro
pequeño mundo.
No choques tan fuerte
las cañas,
amplía tu marrón arca
a la dimensión del
dorado
y deja en las redes el
regalo inmenso del agua.
Paraná…
Un pez vive en la jaula
sumergida,
una pesca de ofrenda es
el argumento
en la sobrevivencia de
cada día.
En tu ribera hace frio
de escarcha,
truena sobre tus aguas y
las canoas
se bambolean con rigor
inestable.
Déjanos sacar de la
orilla
escamas gruesas
que son lamento de esta
pobreza,
tras sus lentejuelas hay
carne
de tono blanco.
No mancilles el orgullo
de cristal
y permítenos cosechar
con nobleza.
Si persiste tu avaricia
de metales
en la insinuación de tu
prepotencia,
sabemos que tu
vientre
no tiene signos de
cereales
ni haciendas,
solo frutos de cardumen
florecido.
Las horas pasan rio…
No obligues al hambre
nocturna
a cortar tu cuerpo
fluido
con filosas navajas
hundiendo infinitas
anclas
en tus vísceras ocultas
Abre más tu cintura y
serena las curvas,
para nosotros es asunto
de casta
llevar móviles figuras a
la mesa,
que la prole se nutra
con el prodigio
de nuestras manos de
batalla.
Llevaremos una delgada
vara
para que muerda la
estirada anguila
y aplaque su cuerpo esta
hambruna.
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