Ya la
noche ha dormido
con todos sus
tesoros,
ni una sola gota
derramó el llanto dichoso
cuando el retoño
del rosal
clamaba un mínimo
aguacero
sobre su cuerpo en
copa de cristal.
Tropel salino
reclamaban las raíces
y en un solo
suspiro el cielo
comenzó a
gorgotear.
La imploración de fe
conquistó
la paz antes que
la guerra.
Al aire palpitaban
los ojos
arqueados
de una luna azul
de lontananza oriental
que tendía mantos
de quimeras
y en un agosto de
día invernal
al tallo de la
rosal
le
florecieron pétalos en sus brazos.
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