lunes, 31 de marzo de 2014

PUERTO NOCTURNO

Después del diluvio de la noche flagrante

El oscuro velo tiñe su sabana en blanco y
Al despertar, emergió el ansia de mirarte.
Una loca urgencia. Me capturo tu encanto.
Casi fuera de los limites del cielo,
Donde los astros no danzan,
Gire mi lengua en hélice al pronunciarte:

Me apremia ver la luz de tus ojos

encandilando mis mañanas,
con fulgor de rayo y hacha bravía.
Tu risa en actitud brillante y
darme cuenta que ya es el día.
Tras una noche que acunaste tu sueño en mi desvelo,
al cobijo de mis brazos y con suspiro al instante,
Nos amamos. Al cálido roce de nuestra piel.
Te anclaste revoltosa e inquieta,
con aleteo trémulo de mariposa.
Tus amplios senos adulaban mi vista, y
 aun en sombras, mis manos no resistieron el momento.
Tus labios  mojaron al rocío de madrugada.
Tu frente abierta en ademán colmada
se adorna en ribetes con tu oscuro pelo.
¡ Luego el descenso ¡ 
La caída en vértigo a tu vientre aplaca  ansias atesoradas,
a la cita con tu ombligo mundo.
En el  estrecho  surco de tus muslos,
como atrevido y osado aventurero
me interne en cavernas de fuego, tras los musgos.
¡ Placidos montes. Tierra madura y fecunda ¡
No termino nuestra noche. Al alba desperté y
en murmullo confidente al oído,
te relate, en suave susurro:
 ¡ Que poca luz queda ¡
Para rozar de nuevo los muelles del puerto,

de otra noche nuestra.

ALIMENTADA DEL MAGENTA


La amplitud de tus ojos es el tesoro
que tengo.
El mundo nacarado de mis praderas
donde se extiendes los derroteros
fijos de las constelaciones.

De toda la espiga dorada
fue hecha la profundad de tus delicias,
 centellas luminosas
contornearon tus caderas y
bajo la sombra de un arco iris
dibujó tus cejas azabaches
el lápiz del índigo salvaje
en la tutela del azul topacio y
se incrustaron sales
en tu boca de albricias/

Tu eres la suma
en la cifra creciente de mi mundo,
corazón lila,
tienes la forma del fuego
que se propaga en los besos de mi anatomía.

No se amarte sin el rojo de la pasión/
Sin el blanco cálido del níveo tórrido/
Sin la fragancia que sube del huerto
cavado en vientre profundo de la tierra/

Estamos tan cercanos de llamas
que calientas tus manos
sobre mi pecho y enciendes
tu fuego con el roce de mi piélago.
Ay amor,
tu mirada late los sendas
de mis venas
cual esa sápida
miel que tu llamas lengua,
lengua floral de flechas verdes
que tienen la fragancia del madero
en la forma de tu esbelto cuello.

Como yo te amo de intenso
ni las palomas que se arrullan
con su canto rozan la sombra
de ese tamaño
en la dimensión de mis arterias
donde fluyen hilos en bulla
de tus eléctricos ojos alimentados del magenta/

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NOS CUBRIMOS DE AIRE


En la hora de la madrugada
entraba el dominio en canto de la calandria.
El fresco rumor del tilo
iniciaba la prematura mañana, y
en pájaros de agua, blancas telarañas incrementaban el amor de cultivo/
Cada hoja traía estampada un icono de ascua
en su pico y entre las horizontales sombrillas sin membrana,
en loca hélice giraba nuestra mirada
al dominio de alas en una pasionaria/
Enardecidas palmas de violetas en tacto,
caían inmoladas las aves del frío y el aire
en la temperatura elevada de nuestro cuarto/

¡Ay. Mujer amada!
Ocupamos apenas el nimio espacio de
un temblor de baldosa en racor,
con  los violines zumbantes de cuerda anonadada.
El neroli sobre el mueble sudaba su rojo naranja de fruto,
y juntos, con dos brazos volátiles nos desgranamos
en moléculas de laúdes al tono,
en una extraña sinfonía de aria compartida/
En parapeto seguían las nubes como techo,
cubriendo nuestro refugio de animal osera.
En él intimo cubículo. oí el rumor de tu pelo
bajando por tu cuello melaza gruesa,
sentí el placer del roce al ínfimo ciruelo
y la suave astilla mimada del madero.
En nuestros muslos obesos en progreso...
Ya éramos amor de origen primigenio,
Como una suicida golondrina
retornamos al medio del fuego, potenciamos
dos selvas bravías, incorporando sus verdes ancestros/
Llameaban nuestros pechos de nocturno espejo
como un crisol de copa soplada, y
las lámparas seguían apagadas en la mañana/

Con la penetración del aire nos cubrimos,
bajo capuchas de nubes emplumadas/




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RETUMBAN, SI, RETUMBAN


Retumban tus clarines
al mediodía
caracolas de cruces en túnica
de canales artistas.

Retumban cuerdas
de cellos en tu estructura.
Velo la presencia del sol
con su colosal arpa que
en la transparencia de tus prismas.
retumba latir de atabal
en tu pecho de violines/

Ese fulgor que llevas por corazón
es la luz viuda que canta,
en el dulce oboe se ciernen
las esbeltas curvas de la guitarra/

Tu eres la vela  ceremonial del concierto
encendida en la opaca noche.
vestida de nubes en el tempo del piano.
El tañido del campanario
sobre la sombra de la flauta que reconoce
el esplendor desnudo en tu figura/
.
Que los astros no pronuncien preguntas
de envidia concertista
en su apagado murmullo
donde solo brilla el jardín de la luna
porque tú eres la más bella flor
en la sonora visión de mis afinadas aristas/.

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EN TU SUAVE PIEL


Mi amante amada/
Como calman mis grises pardos
sus dolores repetidos
y los llantos de mis marrones penumbras
trocan sus colores
con mi cara reposando
entre tus senos de blanca almohada,
y el  inútil negro del día transitado
albeando en tus muslos de abono/

Mi azul desteñido de la noche
reposa en tus labios de hamaca
sus penachos de espina diluida,
el verde penetra los cajones de mis venas/
Los rojos encienden mis arterias,
y la sangre oxigena mis pulmones
cuando me inoculas con tu lengua estrafalaria
llevándote mis velas apagadas recogidas
a tus mástiles de territorio colorado/
Parece que una ígnea hoguera de abejas
dejara los colores necesarios en mi piel,
despiertas en mis tribus sus verdades
cuando duermo sobre tu alma,
donde la araña gotea su viejo rito pagano
de brillante saliva
mientras me retornas el lustre del bronce pulido/
Tu lengua despliega
su largo vestido de vapores/
Tu boca exprime el ámbar
hasta la noche que los luceros creativos
lucen su blanco espejo silente
en tu colmada piel de dulce agreste.






PALADEANDO TU SOMBRA

La mañana se llena de soledad
en el alma del invierno
sin la presencia de tus ojos
de fuego y
Esas manos de nubes
Agitadas en pañuelos blancos/

Trino de palomos enamorados
en tu oceánica mirada
viajan estrellas de incendio
pájaros del aire sobre copas de arboles/

Sin ti soy sustancias que naufraga
con el muerto latido de una hojarasca.
Me eduqué en la espiga de tu
signo florecido,
en las señales de tus gestos
que centellean mi mirada/
.
Trota mujer mía,
que esta angustia emerge
de las redes ausentes de tus abrazos,
sabes que me doblo en tus campos
donde el volumen de tus besos
se sumerge en mis venas/
.
Añoro tus hogueras en las ventanas de la brisa,
ese aliento que me cautiva
estirado mas allá de mi horizonte/
.
Trae tu boca de cruces repletas de encanto.
No me dejes un latir de plumas urgentes
En la sequía de los labios
Antes de agrietarse mi voz ronca/

Tengo el vicio de mirar tu frente,
inclinándome al balcón de tu sonrisa.
Me doblo al estío de tu copa y
saboreo hasta el vino de tu sombra/.

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UN DISPARO DE RAYO


Con una larga dentellada
devoro tus muslos eslabonados
hasta el vientre del trigo y su miga,
cama de lana reposa mi pilosa piel
en la lenidad de almohada de tu pubis.

En disparo de rayo
mis dedos de falange instruidos
van como patas caníbales de ejercito apícola.
Reptan a tu boca donde la antigua serpiente de eje
armaba el seductor manzano de las simientes nacidas.
Manada blanca de potros
galopan las salientes herraduras
en mis dedos de alambre flexible de la plata extraída
y destellan sobre tu pecho argento.
        
¡Oh, amor!
Olvidé tu ingle de ángel verde
donde duermen los noctámbulos planetas
sus nardos de celeste y noche.

Desciendo en vuelo y mirar de cóndor estable,
con la vista de la inquieta hambre y un festín,
veo el temblor crepitante de tu base de pies
del cobre a la erupción de lava
explotando los volcanes de tu boca.





LA AMADA Y EL AMANTE

Sacudido el polvo del reducto
cuando el amante reposa
junto a la amada,
el amor es un ligero vapor que respira
en la hoguera del corazón.

Visibles se espejan
los labios en curvada media luna y
el peso de la atmosfera
es una luz ámbar en devenir/

Flanquea música en sonatina
cuando se revela el suspiro
de la intimidad y
deambulan sin irrupción
 brazos de nácar/

Blancas cenizas de manos
en el negro nido de mi amada.
Duerme la noche su sueño
entre azabaches hebras de
oros húmedos que cotizan las heridas.

En esas vorágines de cavernas
que parpadean descontroladas
como corceles debocados se enlazan
dos rayos de cabalgadura/

Diluvia en esos planos
donde la visión se suspende
en una vela mustia.
Se desenvuelven remolinos de gemidos
en el estrépito de las ruinas/

Será bullicio de agitada laguna
cuando amarnos es murmullo suave
en voz de misa orando suplica y
se hace el tiempo de la caricia
en el vapor del reducto estridente/

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EN LA LIBERTAD DEL LECHO


Soy el suspiro de la brisa
en los contornos de tu cuerpo
donde la memoria de mis palmas
acarician tu silencio.
En la cresta de tus alas
vuelo en parapeto entre las landas
serenas de tus muslos/
.
Huellas salitres
cuencos áridos,
traigo olas para tu
lenta anatomía
con gotero húmedo
de aguas cristalinas/
.
Pausado preludio abre
el espacio genital
al nombre del amor
que es tu propio nombre/
.
Frescor de sabanas se agitan
en movimiento de glamor.
Cenizo el blanco uva en el pétalo vivo.
Mi suspiro ya es viento de iracunda marea/

La garganta del mar grita en eco de pasión.
lejanas siluetas son aguas cálidas madurando
el momento del éxtasis,
entre espumas danzantes
se recuesta longa la floja sombra agotada/
.
Ese idioma enfático
se propaga en la libertad del lecho.
Murmullo que se desliza
en olas quebrándose
en la muralla abierta de nuestros pechos/

Lentejuelas de viento
reavivan nuestras campanas
de fundido bronce entre dos luceros.
En el derrotero
nos aleamos cual dos metales
flexibles inclinando ágiles
arterias de éxtasis/

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LAS CAMPANAS DE MI PUEBLO


Yo las oigo como el viento sibilante en susurro,
desnudas las veo en aposento de nido
girando en su redor blancas palomas con murmullo
Se oyen partículas de gota en la misa
La liturgia se alegra cuando han revivido.
La historia del pan y el vino, las espinas de enfrente
se doblan al tumulto de jóvenes en la fuente.
Expiran canto ruiseñor en una boda celestina,
pero aún cuando su metal duerme
abren sus ojos de espías taciturnas
y aplaude su repique al bostezo del alba.
Entre la luz del día y palidez de la noche se dibujan
bajando de las montañas a los valles
Dó fabrican su velo de prístinas.
Estén brillantes o empañadas en sus alas
rozan la panza del cielo en consuelo
al bajar su tristeza de lágrimas por las calles.
Las campanas acompañas en ceremonia
de calmos bemoles o sostenidos mayores,
en un ritual despidiendo la hora
de algún muerto bien vestido en extremaunción,
o en la esfera del agua sacra cayendo en manantial
de comunión en el alegre bautismo de la iniciación.
Las campanas caminan con su pueblo y sus colores,
la gente escucha sus bronces como cordial voz de espora.


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LLEGA SETIEMBRE AMOR


¡ Vuelve septiembre amor ¡

Con la luna
anunciando tu festejo de pesebre,
 celebrando cada filamento de tu pelo recién creado, y
dibuja un arco iris doble con tus cejas enmarcadas.
En este instante
los peces desfilan por la nieve y
las aves trémulas desovan en los ríos
El sigilo pronunciante de la noche se hace rocío
y bajo su telón,
el aire mojado estira la gota del tiempo,
rodando la nieve púrpura
al borde de tus labios de insomnio.
Para darte cada beso de los cuarenta que te debo,
voy amarrando tu sueño al mío,
mientras tu hablas,
con tu boca de aliento y lirio azul
contra la pared de las hojas voladas.
para que el viento olvide sus tesoros y
sople sumergido
del mundo de abismo de tu garganta.

Mis labios en murmullo susurran a tu oído,
Voy a darte
los próximos cuarenta besos de pesebre
que viviremos juntos.
Aunque caiga el cielo abierto
en las redes de la penumbra y
 socavemos le negra tierra,
haciendo un túnel de arteria unida, y
en el corazón de su seno,
un pesebre subterráneo.



TE OBSESIONA POETA


Te obsesiona dulce poeta,
el salitre manando de las pieles apetitosas.
Nace tu sueño donde la copa y la sed
pertenecen a las inquietas bocas y
en el vientre se juntan
los bellos pechos de una doncella 
congregando el rojo labial/

Te anula el pensamiento,
exalta instintos y sentires
cuando te pierdes
entre largas piernas coronadas de selva cubierta/
Amplias caderas que retiran el viento al amblaje y
se multiplican en las sienes,
rondadas hélices en dos pináculos sorbentes/

¡Lo sé!
Por que tu verso se acerca
a un ejercito de caníbales hormigas/
Donde la lluvia se hace ducha compartida/

¡Lo sé por Ti y  por Mí!
Porque nada corona más que una lengua que gira,
ni una leche azul de dos cerezos rosas/
Nuestras sedes penden
de la mujer que paladeando miel en su boca
con dulce corazón de ron embriagado/

Algunos dirán... Lascivia o lujuria/
Solo es amor de instinto sentido,
palabra y ternura,
piel en fogata, aliento compartido,
serena paz, placet de embajador/
Planeta único de Venus-Milo,
donde las plumas destilan nuestros sudores.


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ACERTIJO DE DESEOS



Te reconozco desde mi espalda, con tus ojos
clavados en mi piel. En la luz que brilla en él
tumulto, en tu rostro que refulge en mi dorsal espejo,
en la diaria palma que recorre tu mano de pincel.

Te nombro en la ruta de la seda abultada
cuando caes en tu morada de rostro perplejo,
adivino el misterio de tus pies en murmullo.
En tu vientre te miro con la dimensión del hombre.

Siempre mas alta que el cielo, diurna en el azulejo.
En nuestro habitáculo de compartida linfa llegas  
con la presencia del aire enarbolando mis pulmones.

Penetro tu cuerpo de ampliada célula con honores,
rebaso la mirada del animal ceibo, y de tus cerros
urgentes, resuelvo su acertijo de deseo al instante del bosquejo.






EN TU CUERPO DIÁFANO

Agua que en los parpados cerrados
del sol lleva forma de cristal,
augura profecías en las ramas del álamo
que respira en la ventana.
Se arquean en caucas
con la brisa danzante del mediodía.
Surtida figura,
electa flor de luna,
uniformidad en mi voz
que clama
la convocatoria del
cuerpo en oleaje/

Reclama mi boca
la potencia de sus sales
con el poderío de mis besos.
Soy el desesperado ejército
en vuelo de ave,
Rapiña de tus márgenes,
disparo de fuego
en las alas del cielo
que se abren sobre tu velo de espesura/

Mujer…
Llevas el incendio del madero en tu mirada,
los brazos del fuego color ámbar
que deslumbran mis moradas,
desde tus torres altas
donde parpadean estrellas
en tu reino de rosas alumbradas/

Hora de mi luz,
no entra en mis ojos el caudal
súbito en la voz del río cantando.
Sostén el vilo de mi peso en las bahías
ondulantes de tu sembrada figura,
El mundo trae sus pesares y
nosotros la lluvia que lava las heridas,
Con la claridad filtrada en tus algas flexibles,
eres la espalda del ágata,
el color rojo del cuchillo que saja
fluidos de canales/.
Ahí donde centellea
tu cuerpo de rama mojada
con el flujo de mis aguas rozando
las rocas,
 se hace transparencia
y sonar de atabal

Retumban/
Si, retumban
las galerías de mis bosques,
las columnas encantadas que cimbran
bajo los pasillos de tu enarcado
pueblerino de entrecejo
como un otoño de sombras diáfanas
que entró por las hendijas de tus espejos/

Siémbrame en tu vientre de maizal soleado
donde el colibrí quemó sus alas.
Siémbrame bella,
soy el grano único que resiste
la luna caliente de tus oníricos deseos  y
la desnuda llama que toca hasta tu frente.
Me haré tórrido y ardiente
en las ondulaciones que cantan
sobre tu invisible falda
y con los arpegios
de mis lobunos dedos de agua
emergidos de salvajes azucenas
dejaré en ti cada fragmento
de mi cuerpo de montaña
y que destelle,
que destelle o se apague la luz
porque mi tacto
hallará a tientas ciegas
tus charcas anegadas/.

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