martes, 31 de diciembre de 2013

LATIDOS DE MÚSICA RETUMBAN



Retumban tus clarines
al mediodía
caracolas de cruces en túnica
de canales artistas.

Retumban cuerdas
de cellos en tu estructura.
Velo la presencia del sol
con su colosal arpa que
en la transparencia de tus prismas.
retumba latir de atabal
en tu pecho de violines/

Ese fulgor que llevas por corazón
es la luz viuda que canta,
en el dulce oboe se ciernen
las esbeltas curvas de la guitarra/

Tu eres la vela  ceremonial del concierto
encendida en la opaca noche.
vestida de nubes en el tempo del piano.
El tañido del campanario
sobre la sombra de la flauta que reconoce
el esplendor desnudo en tu figura/
.
Que los astros no pronuncien preguntas
de envidia concertista
en su apagado murmullo
donde solo brilla el jardín de la luna
porque tú eres la más bella flor
en la sonora visión de mis afinadas aristas/.


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PARTÍCULAS DE FLUIDOS


Cuando amarte es vértigo
de visibles cuerpos que intiman
próximos a la oscuridad y
pausadamente se desvisten
en el placer de la memoria.
En la sorpresa
de los vapores se encuentra
la atmosfera que respiramos,
como el tomen de cinematografía
destacando imágenes sin pereza
de curvas y planicies en suspensiones.
Con voracidad estimulo tus cuevas y
en las prominencias se abre tu boca de deseo.
Deambulamos oros húmedos de geografía
con nuestras pieles en diluvio,
somos jinetes de un torbellino
girando en la sangre y
al galopar nuestros briosos corceles
rozan flores de otro mundo…
Por tus muslos camino a la selva encendida
con el fuego genital calcinante y…
en los ángulos de tus esquinas
conquisto tu protagónico surco.
Antes de entrar al remolino del clímax
atesoramos la contemplación
del amor extasiado en toda su extensión.
Al trepar a tus senos,
tu y yo, amada amante,
somos adorado tótem de besos
en el hueco de la pasión,
dejamos antiguos nombres de brisas
en esta nueva dimensión
de la carne,
mas allá del estallido de las ojivas,
distanciados de costumbres perimidas
como un cálido médano de astrales labios
nos liberamos en partículas de fluidos.


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TU CALMO FRAGOR


Cada día veo un ave del cielo
sobre los pinos vencidos,
recostar su figura al viento
con la gracia de ser libre
en la intemperie del nido,
Cual esta gravitación
que alucina tu piel en desvelo,
seda que reclama mi proximidad,
Hilo de surco con estirpe.

Recorro el linaje de tu sangre
en la prima atería de la foresta
donde la densidad incita la
curiosidad de entrar juntos
en mi alameda fiel y densa.
en sus murallas hay hendijas,
un recinto que custodia tu sonrisa

Mi inquieto corazón
agitado contigo es brisa.
Cartón nidal del pájaro
que se hilvana con instinto/.
Libela en murmullo,
mano hiladora
descosiendo mis ángulos
de bambúes crepitantes/

Incesto de sombras
que enturbia la razón
al friccionar mis campanas de fuego
desde tus uñas de esculpe y sangre
donde hierve la sustancia del cristal/

En el terreno de mi arsenal
tu fragor es de calmo estanque
que apacigua
la pólvora atada con alambre
cundo me pueblas
con palomas de incienso que
duermen en tus piernas de pedestal/…



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HASTA QUE OTRO AÑOS RECLAME SU PRESENCIA


Yo tuve en mis brazos al invierno.
Mientras desfallecía, por temor a la primavera,
le anuncié al ave del trino,
que no cantara, en honor a sus perdidas hojas y
en actitud piadosa y redentora por los brotes nonatos.
Al horizonte le grité con eco: 
¡ El Frío se muere ¡
Al correr el velo de la noche, la luna irónica, no pudo ocultar una sonrisa.
Yo aún era rústico, un poco enjuto.
De crespón pardo claro y dedos tenues.
Me sentí como un feto, suspendiendo la inmensidad de un titán.
Pero libre, y más allá de mi pupila mundana y cegadora,
marché con ignorancia de axioma en la burbuja del átomo indeciso.
Me eligió la voz labial de la naturaleza, y
la lava mórbida de los volcanes impetuosos.
Con sueño de quimera oculte mi pubertad y recorrí la senda como un héroe de apología.
Lo llevé en andas, al cementerio de los Homenajes, donde los álamos saludan, y
en los muelles del mármol un honorable ciudadano, en ropa de andrajo, con hambre calado en los huesos y los ojos entintos de uva,
con  interés y franco gesto, dejo su bolso de vida y la botella a un lado.
Se recostó en una cúpula, con la araña a babor, y
en la ladera del estribor multitudes de cruces.
Levantó su cabeza y cuando ebria de gravedad rodó hacia abajo preguntó:
¿ Quien fallece en tus brazos ¿
Envolví al invierno en paño de telaraña, apilando sus hijos caídos y apretando su cuerpo de coloso le respondí.
Aquí llevo un hijo pródigo de natura.
Se ha caído en el valle negro de los cuervos, pero no ha muerto.
Se  precipitó de la cima de la alameda al abismo de los ahorcados.
Pero aún esta vivo.
Lo derritió el estío en su afán protagónico y aun esta gélido y erecto.
No ha muerto, respetable señor.
Solo reposa.
Hasta que otro año reclame su presencia.


                                      

VENTANAS CERRADAS


Espasmos mios te caen sobre la noche,
como un halcon suicida con torpeza y desequilibro
se desplomó de la alta torre y provocó
a las densas nubes que abrieran
su boca de relampago,
partiendo en dos tus muslos de arbol y cópula.
Las lenguas del mineral rio
mojaron las orillas de tus cuatro labios,
con lengua del rubi trepé a sus encantos
Elevando mi fiebre de sudor extasiado,
por el meridional eje de tu cuerpo arribe a tu boca,
alli vivia el gemido con su barba blanca
y la ausencia del silencio
estallaba con orden de campanas.
Crujientes tornillos del tálamo,
explotando como granadas quemantes.
cuando maceré tus pechos de girasoles
ruando mis manos tus abras humedecidas.
Ahora puedes narrar el amor sensual
con un hombre
al mundo humano
o los claveles excitados.

De cuando el gérmen blanco
Colmó tu espacio,
a la hora de las ventanas cerradas

donde tu sombra quedó en permanencia fatigada.

SONATINA DE ENAMORADOS


El esbelto viento
trae el nombre de tu cuerpo,
la luna baja en tu cabello
filamentos dorados de Febo.
La brisa es el aroma de tu alma
trasladada en la facilidad del agua
en el caudal eterno de tus venas.
Fluye el tiempo en tu armónica silueta,
semejan troncos estáticos
lentejuelas brillantes de enebro
urdiéndose con frondas de belleza/
Más nada supera tu brillo libela,
ni el reflejo del vidrioso lago
traído de lejanos continentes.

El rumbo de tu risa apacible
es melodía en mis pabellones.
El equilibrio de mis arterias
está en las vastas aguas
de tu mercurio purpura liviano.
En las rosas labiales cargadas del
vergel de tórridas pasionarias/

Voy midiendo la longitud de tu rostro
guiado por mi tacto de ciego lázaro.
Me encamina la fragancia de tu aliento.
Oscuro habitáculo,
ahí escondes el lazo de la palabra,
la tempestad del silencio/

Habito diario ciego.
Hallo la omisión de tus secretos
en las hendijas de tu piel. Me disperso
con mi morro pleno en contacto y
lentamente
como el maíz me desgrano
en el ritual de tus belfos/

Hay una muda lucha de félidos
y en ese mutismo me desangro
cuando tras las eternas montañas
las campanas del bronce siguen repicando
sudarios gélidos a las brazas con
melodía de hirvientes cuchillazos y
nocturnas sonatinas de enamorados/.


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CRIPTOTUMBA DEL CEMENTO - de CRÍPTICO


En la calle de árboles
jamás se oyó
un roce mínimo de alamedas.
Se pasea el asfalto sin cadena
sin ataduras
sobre la alfombra/
Pies esclavos,
Vía Apis, camino de moliendas.
Demolidos
pedestres pies
en La huella de la senda.
La senda
es sombra de gemidos
ahí camina la hacienda.
La oficina es la condena/
La luna como el círculo
proyecta canastos de mimbre
al cordón de la vereda.
La sangre explota sin estirpe
se apagan luces del vínculo
en avenidas desérticas/
Sólo cartones
en la alta iglesia del obispo
descienden a la
torre del ministro/
La tarde trae prédicas
de misa,
caótica locura
en el camino de la cornisa.
Antes que entre el cura
penetra negra brisa/
La noche empolva
sus mejillas.
se derrumban
al cemento de la broza
y ya no brilla
la calle,
No hay verso ni prosa
que la erija/
Se apagó el alma nocturna
en opacas cruces de estrellas,
pérfida melancolía
la encripta taciturna.
amarrada de brazos, ilusa,
martilló el escombro
en atómicos pedazos.


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NOS INVADEN NUEVOS BRÍOS


Nos invadían nuevos bríos
que favorecen el viaje
ecuestre en el protagonismo
del deslumbrar.
Sentimos  la estocada en un reflejo
gozoso del agua,
que el mundo nos prestaba
clarines crepusculares,
juegos de espadas blancas,
interminables ocasos
en el bendito trofeo de la carne/

La hostia consagrada del alma
En el andén del acierto.
El sol iniciaba en las pestañas
de nuestro horizonte que instaba
la cura enroscada de la sangre.

En mitad de la partida
nos emborrachamos de hambre,
de cristales encendidos,
como lianas ensambladas.

La embarcación del sueño grande
forcejeaba en el nidos de metales.
La intimidad se mostraba desnuda
al ojo que no le incumbe
la asfixia de los canales ni
la desnudez de ese nudo de alambre.

Ahí éramos la palpitación al aire
del corazón en un pecho abierto
Dejamos hastiada la sonrisa cruda
del infortunio al latido de la piel.
La charca era marea sin gestos
cuando abruptamente enmudecieron
nuestros ademanes de puro templo/

En un baldío satisfecho
se grabó el hueco en el pastizal
como las patas del corcel llamado tálamo
dejamos un hueco sugiriendo el cenizo,
restos de flamas rotas en su nido
donde la calma era la pausa
de nuevos bríos y el cenit
una corola de rojo inmolado
en sus pétalos cobrizos.
En la sentencia del sopor
habíamos derrochados establecidos
colores en la insolencia del silencio amordazado/


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EL HOMBRE QUE LLEVA LA MUJER EN SU GLANDE


Un hombre feneciendo en su cuerpo
vive una burbuja de sueño.
Esquelético trasto obsoleto
se muere al espejo su miembro/
Pérfida impresión de imagen,
memoriza su cuerpo
con lente obeso.
Crispados vidrios al espejo,
su piel siente
glándulas por dentro
en exceso/
Reviven túmulos de manos
que lo ciernen.
Barracudas en la sombra
amarradas al puerto
de los castos.
Tristeza de aguas sin colores
en colgajos de melancolía,
Crecen en su altura mustias flores
que se unifican,
sus dos alas se amigan/
Hombre tieso, ya camina
rosas sin dolores.
Vertientes sin orbita
perdidas en la tierra/
Vampiros labios de sangre
imagina una mujer
sobre el glande.
Siente su sexo en el inconsciente
copulando en el colchón del
almendro, iluso tiempo del ayer.
El hombre dirige el cohete
en la amnistía del cuerpo y la mente,
la cremallera desbocada, es fehaciente.
Va la tempestad a la prenda
que pierde su alisada forma,
la tela se rebela
en un cerro amotinada/
Esqueleto de congoja
en el horror se entusiasma,
vacío de nubes,
sospecha de identidad
púber
en la piel delatora que se afloja.
Halló la calavera
del amor en su viudez,
núbil mástil su carabela/
Un hueco sin flor
en la tétrica palidez
yace muerta una corola.
El tiempo desarmó
su equipaje
con algebraica precisión,
se secó al sol
el pútrido andamiaje
ocioso, que no ejercitó la pasión/


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TE YERGUES EN CREACIÓN



En un delicado capullo
se envuelve tu silueta.
Eres turgencia de mollar
forjada en horno de adobe.
Pan que se nutre al día
en aguas que arrastra el oro
y emergen por tu pelo/

Eres el festejo de vendimia,
El honrado racimo de uva
que del oscuro al claro de mi vida
vas formando en el viento norte.
el silo del grano que levitan
tus piernas de moliente harina/
.
Una fructífera cosecha de fuego
volando graneros de flameante brisa
hasta las bandera  de mi pecho/
.
Amada,
la palabra se forma en tu lengua
donde el lenguaje es sacro.
Arraigo de voces bajo el árbol,
al instante que te socavo
el idioma de tu sangre
es dialecto de mis venas/
.
Ah, magnética y fecundA,
silvestre cereal,
hoja de azul topacio en el junco.
Te yergues en creación terrenal tan ilustre
como mi amor de flores que ante ti sucumben/


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LLÉVATE MI PERCHA DE REGALO



Este corpiño tuyo
colgado en mi percha favorita
entró allí como error o provocación?

En las dos manchitas de uso
no hallo mi aroma,
tiene olor que mi nariz no reconoce/
Huele a distancia entre nosotros/
A futuro silencio
del que antes fuimos amantes del barullo
cuando juntos sacudían
nuestros tentáculos de cuerpo/

Ahora ya lejos/
Este corpiño tuyo
va de odioso regalo con mi percha
y mi camisa malgastada...
¡Llévala al cajón de tus trofeos!



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ESCUCHA MAR...



Sé que es el amor el  que persiste,
huelo su aroma.
Porque la ola,
antes diminuta, se agiganta, y
con salvajes oceánicos ojos me mira.
Me mira al cerrar la tarde,
cuando las gaviotas ambulantes de la playa,
van a reposar sus plumas de albor sobre las rocas.
La arena se hace uña y rasca,
rasga  con garra tenaz mi espalda,
mientras la tarde me sigue abandonando
con mi recuerdo de sonrisa desterrada, y
mis temblores de tierra,
temblores de muchos hombres,
como un chal pesado de polvo sobre los hombros,
como tejido de lana ferroso y dolor de frontera.

El sol anaranjea, clareando la tarde y
va escapando a su guarida noctámbula.
La luna anuncia su presencia estelar,
con cartel  y rol protagónico, casi de brilloso lente espejado,
refleja e insiste con mi soledad de sombra.

¡ Y del amor ¡
Maremoto oceánico.
Con las crestas del oleaje lapidarias,
destellando mástiles y banderas,
barcos y galeotes de antaño.
Aun me mira,
con mirada celosa y vengativa.
Enroscándome la cuerda al extremo como amarra
Y cubriéndome con el velo muerto
de alguna nave extraviada.
Como si con la niebla pudiera cegar mis ojos y
con su rumor de agua encender mi sonata solitaria,
Y con su furia,
desmembrar mi recuerdo febril de ella.
                             
                                  ¡ Escucha mar ¡
Aún tienes las manos blandas para descuartizar mis recuerdos y
dejarme la soledad como compañera eterna.
Aunque amenaces con diente caníbal y
cuchillo carnívoro con tu ola arrogante.
                                                        Tengo de ella
la casi ilusa esperanza
de encontrarla recostada bajo la arena, 

besando  mis pies descalzos.