sábado, 28 de febrero de 2015

EL GEMIDO LOZANO



Aquí el batir de alas
migra con tu vuelo,
La mano tibia en arenas
de tus inciertos.
Lenta llovizna de cercanos
crepúsculos.
Luz para tu día,
tarde de incienso blanco/
Allí tu rostro con empeño
delatado en el semblante,
el pecho abierto arropa mis manos.
Dónde está tu boca de madrugada
anda el rumor que me devuelve
el agua en catarata/
.
Estalla el eco
en la voz desvaría
el gemido lozano
 silentes lenguas de anhelo
la tormenta desata
belfos en bahía
y la palabra estéril calla/.



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ENTRAS EN MI NOCHE



Tu cuerpo entra en mi noche,
se desgarra entre mis brazos.
Panoja iluminada,
esa lámpara
se desgrana de pena
cuando apogeo tu nombre/

Latidos expulsados,
transparente tallo que
brota en el púlpito de la guerra/

Rasga las cuerdas
la guitarra nocturna,
entre la silueta 
de tu cuerpo clama
mi sed por tus pechos
de turgentes algas/.

Pájaro de mi vida,
bébeme la sangre espesa
en la sortija que te hospeda/

Torre de girasoles,
sabanas de tules,
íntima seda diminuta,
resalta tus curvas y
yo disfruto la espera
en ese gran puñado
sinuoso que
es tu vida vasta/

Fuente de mi moneda,
hablemos 
con el agua de los cuerpos,
comunicando túneles pasionarios
de amor denso
donde los canales
se anclan sobre el cielo,
sumergidos en el fuego intenso
de venas y 
eslabones en cadena,
manantial de dulce breva
los cuartos de tus pulpas
están macerados en las cúspides
de tus senos.
Forja ardiente que llamea
en el crisol 
se moldean
tus rosáceas uvas en
troquelado jugo de vides/
Tu cuerpo entra 
en mi nocturna cadencia
como la nota justa 
que se acopla con esta piel de sol/


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DESDE LOS CREPÚSCULOS


Pulsar amor,
la sutil selección
de la silaba exacta
al ápice
que tus oídos reclaman.
Entrar a la lenidad
de tu alma
como un corcel de batalla
con crines de fuego/
Habitar el madero
profundo donde mora
tu bandera calma.
Perpetuarme en blasón
en las redes de tus labios
que cuando callan
se sumergen en la tarea de la piel.

Sentir tus manos
urdidas de espuma
tornarse mareas rojas
impregnando del corazón a mis pies.

Por cierto amor…
Tocar el presente
con la insustituible pasión
ordenada con que principié este poema,
tu rostro amparado
en mi espalda,
desde un ayer de crepúsculos cadmios
hasta el dedo punzante de madrugada,
estirando cada palabra
para regodearme en la permanencia
de tu cálida figura estática.


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jueves, 26 de febrero de 2015

MIRAR DE YESO



Como celosa novia golpeaba el tejado,
la inesperada tormenta con ojos de agua
traía pupilas de fuego rojo,
color de noche violenta,
doblaba ramas de cedros vencidos
en su paso clandestino.

Barría polvo de caminos, hojas gravitaban virutas en los picos,
lijaba piedra de acantilados
sobre la espina de montes torcidos.
Rabiosa percutía vidriosas ventanas
en constante retumbar los pórticos eran tremolar de atabal.


En su alforja traía relámpagos de ira hastiados,
rayos oblicuos, aristas de cometas en cólera trisando espejos.
Todo era precipicio de ángulo acorvado,
irascible insuflaba cabellos de madreselvas,
azabaches cabellos de acacias en filamento de rotas aspas.

Tenía rumor de pastizales gélidos en termómetros que asolaban
arenas de médanos girando sobre volantes locos.
en la densa vertical trabó cerrojos saturados.
Se adueñó del cielo y de la tierra fracturando violetas machacadas.

Tempestad violenta en la mirada de yeso
largas lenguas de hierro lastimaban los balcones
con sombras acumuladas mordidas en largos inviernos.
Cruel lentitud del garfio pirata partías alambres
con endemoniadas crines ásperas de filosos clavos
y la complicidad del metal injuriado en el caos implacable.
Trompetas clandestinas irritando burdéganos caballos
hundían sus patas bramantes al lastimero quejido
sepultados galpones ahogados.
Oceánico diluvio de sales bajo el látigo morían desangradas rosas
diluyendo colores en tus agujeros negros de venas hediondas.






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miércoles, 25 de febrero de 2015

EL PIÉ DEL NIÑO



El  pie del niño
sobra en el zapato
por eso salta descalzo
y llora al caer sobre guijarros.
De a poco será ojota de agua
deambulando en los recodos,
alpargata en desequilibrio
de bicicleta,
desliz en ruedas de patineta
y a los tumbos entre rellanos
Irá acumulando bríos.

Los dos pies pliegan su fuerza
en la pelea contra el vidrio.
Apenas un breve lapso
para ruar desnudos sobre la greba.

Pronto maduran sus uñas de cuarzo
como esos cuernos duros del cabro
y serán cautivos del zapato.
Así el adoquín endurecerá las raíces
opacas de sustancias,
serán rígido madero de pino
atorado tránsito con tobillos de mármol.
Nada sabrá la luz
de la belleza de los pies
ni el vuelo de sus alas,
hasta que en miles de madrugadas
despertarán en ágil movimiento
emancipados del zapato.
Reformados se educarán en los peldaños del árbol
como ancestrales simios de rieles desnudos.

Se harán pies sonoros serpenteando meandros
hasta que el río suba su caudal para ungirlos
en libres esmeraldas descalzas con dominio liberados.


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CLAROSCURO

CLAROSCURO

A fuer de golpear
mi sombra
estalló la claridad oculta
que no es más que la traición
de mi propia conciencia.
El largo paso del diálogo
forzado al monólogo
en mi incierta.
Enjaulado palomo sin plumaje,
cuerpo desnudo en la verdad subrepticia.
Las plumas solo paisaje
de ajena mirada.

¿Qué tendrá más valor?

¿El amplio continente del universo
donde gira el planeta
o el mínimo contenido
de mi colmada botella?



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MÁSCARA DE MIEDOS


                                        MIEDOS           de. ASPAS de la VIDA



      Sé de una muerte viva y desenfrenada

andando pálidos atajos de deseos,
   y la extrañes de ocultos velos,
bajo pavor de piel desparramada.

Ya repican campanas en sienes,
y salvajes felidos con murmuro,
en aquelarre de sueño y conjuro
        se alían, y yo sigo, carente de bienes.

         Llevo tambaleando  hedores pegados,
                 de batallas con furia de ríos embravecidos.
                   Dejo semientes de siega y desbrazo olvidos.
                y blando victorioso mis dagas en sus lados

         Cobardes miedos, ocultos en atuendos.
          Vibran trémulos al cadalso del suspiro,
            rojos de ira dan un último salto al vacío
        en la patria de los corazones muertos.

               Los sepulto en el vientre de la madre tierra.
           Se inmolan al soplo del aire esfumados.
                Ya son ruin polvo de cenizas en los osarios
               y su mascara de osamenta ya no me aterra.

           Mis miedos saben que en nefasta guerra
          entre matices de blasfemias y crueldad
        pinché su hígado con afilado metal,
                   se fueron con su guadaña llorante de pena.


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CAYÓ RODANDO SU FUEGO


Errabunda se alejaba
pisando mi honor moribundo,
tergiversando mi voz y
con mi palabra apagó el sol.
Aleve designio aguardaba
tras la espesa cortina del amor/

Cayó rodando su fuego,
dejando la carne
con olor a hiel y sangre...
Una lágrima golpeó
contra la piedra del destino y
tras la ochava que dobla
en cada la esquina
afilaba la guadaña
el cruel desamor/

Cayó su careta
como una ceniza sin cuerpo,
con gélida espuma y
pétreo alambre.
Con displicente desencanto
me hundió en sus abismos
donde danzaban lobos hambrientos
en el foso oscuro la tarde
era de huecos y brumas/

Mi sombra de viento
era hoja enflaquecida
cresta de rama
machacando mi penumbra/

Indefenso me flageló
esa voz que solía ser aliento…
Estático y perplejo me quedé,
atónito y quieto,
algo iracundo
cuando vi la mordacidad
de la risa en el eco de su nuca/
.
Enredó mi alma en sus parpados plomizos
y el corazón vacio era volátil grito de espanto.
por haberla amado tanto
de las venas a los rojizos/
Se fue errabunda
dejando mis ojos solitarios/



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EL OJO ESPÍA




Nos asediaban como hierros los cabellos hirsutos
del atormentado pabellón del viento. Amenazas de aguas
ocres en la congestión del rio. Todo era ola de océanos profundos
que nos sacudían a mazazos. La esfera del tiempo abrió fauces
presagiando acre incertidumbre con estrépito de rayo iracundo.
Pero éramos arena de reposo en el canal de la sangre,
De venas azules y brazos ebúrneos  bogando sobre el cauce.
Líneas verdes, lilas y azahares dibujó la gaviota.
Gemelos del amor en la transparencia del agua pedregosa.
Dos alas en un mismo de cuerpo de paloma. En esta planicie fluía
la paz vertiginosa. Miel de corales y abejas topacio zumbando
delataban el nombre perlado de la naturaleza en nuestras manos.
Volvimos cargados de iridiscentes violetas y mujer crisálida,
tu mirar adivinaba los quehaceres de estrellas noctámbulas
cuando el ojo espía en plenilunio en vigilia  nos celaba.



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