viernes, 26 de julio de 2019

BESAR LA SED DEL CUERPO AMADO





Se desmiembra el oro en la siega
del seráfico trigo en las cúspides,
y al desparpajo cristalinas gotas relucen
la preñez del relámpago que siembra.

Ya se tientan los crepúsculos de la siesta.
Más en la improvisación que en la costumbre
beso la sed del cuerpo amado con vela de relumbre,
el tiempo arenga la seducción del macho y la hembra.

A toda esencia humana aqueja
la progenie de la vida en el hueso,
resume resonantes fragmentos de fuego
y la nueva esencia estalla en nuestra pareja.

Y ya mismo el niño proclama con su lengua
envestido en la tersa hermosura de tu cuerpo,
tierra amanecida de albores y epicentros
cuando engendras torrencial amor toda tu belleza.

Plasmada en napas profundas de forestas,
amanecer de júbilo cantaban azules cedros
cuando socavamos la virtud en perplejo silencio

el hijo manifiesto es la austeridad de la cópula tierna.

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