Amor…
Te
dejo mi legajo mínimo de ausencia,
inmerso
en todo lo que me diste.
Fui
tu amor llorando entre tus brazos y
el
niño gimiente en tu nido de regazo.
Corazón
y pecho como el horno suculento
cociendo el pan al barro.
Para
mí eres la obertura de los polos.
Sur a norte tu risa.
El oriente amanece con tus ojos y
el poniente emerge
del suspiro de tu pestaña
Tu
y yo llegamos
con
las marcas de zonas duras de vida.
De
llanuras cavernarias y caníbales
donde
la tierra fue de martirio.
Toda
tu celeste pintura
traías
desparramada en tu piel erosionada.
Perfumada
la arcilla sangrante de tus pies sufridos
Sin
embargo cantabas y reías
con
las flechas partidas
hincadas
en tu corazón de guerrera, y
en
tu cuello tatuado de labios,
mi
beso te coronaba en medallas.
Para
mí eres picante como el ají y de tecla
como
dientes de piano
sonriendo
al blanco y negro de las escalas,
donde
cae la música en manantial
por
tus rodillas de asombro..
Sigue
mi vencedora la tierra del amor
plantando
tus huertos
traídos
del brillo de los bosques sin edades.
Porque
tus labios de carne son mi sangre roja de follaje, y
cuando
rozo tu boca de campanario
se me pierden los dolores en los repiques.
Te
debo la primavera irrumpiendo al otoño, y
la
elegante uva de nuestro paso de encuentro..
Te
lego mis besos de otoños
donde
la muerte rebusca sus victorias.
Te
regreso los cerezos al borde de la vida
Y
tu, amada mía...
Caminando
mi alma emotiva en sigilo.
Sigue
bajo el sol eterno y silvestre
de
nuevas primaveras convividas.
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