domingo, 16 de febrero de 2014

TRAS EL EMPAÑADO VIDRIO


En un bar, tras el empañado vidrio,
un  menguado cuerpo de pulverizado fakir.
Mirada de aciago en la cuencas del niño,
Sobre sus hombros cayó el mundo a dormir.
Veo girar su inope cuerpo por la moneda
que entregará pan para el día, desequilibrio futuro.
Su mirar se estira de tanta hambre acumulada,
y me deja el corazón partido del encuadre en exabrupto.
Salgo con un gesto verde y hallo el tormento en la vereda,
intento equilibrar el viento que lo desestabiliza crudo
como un pirata cruel y ciego en busca de la espada.
En sus dientes veo el derruido esmalte sin indulto
y hallo la pregunta antes que mi respuesta.
¿Podrá a los seis años recuperar su rumbo?
¿Cuántos niños como el tendrá el mundo?
Habrá que mover
pies, manos y seseras abandonando la encuesta,
maniobrar céleres para aniquilar la indiferencia
y acomodar la balanza en el punto justo,
desarmando las fábricas de inútiles condones políticos
y mezclar el hierro con el cemento construyendo escuelas.


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