El fuego está ahí, amor,
encendiendo el corazón en ascuas,
le apremia la chispa de la pasión
en la explosión de pechos
calcinantes.
Sube de la tierra su lengua en flama
como la insatisfecha sustancia del
aire
que reclama dos figuras en presencia
de centurias en almas tórridas.
Como una estrella de incendio
frenética
hospedas enjambre en tu boca de miel sólida
estacionada y la diluyes
al hueco de mi garganta en copa.
Tu boca moja
su esperanza
hasta el elástico miembro
con licores que escapan de mis labios
para que cantes como el ave ardiente
con mis propias silabas que ya no son mías
y
pertenecen a la esférica madeja de tu
oído
como hilos infinitos de tibias
laderas.
Te veo renacer como el fénix
en tus rojas praderas
creciendo hasta la llama sensual
de tu infinito.
Cuerpo abrasador,
región de mi dominio.
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