Vuelan las aves
sobre el humo de
los rencores humanos.
Ellas se miran
con rostros de espanto
ni en su nido
conocen el riesgo del odio.
Cada quien sabe
donde lo aprieta la incertidumbre
no es prólogo que surge
del libro santo.
El ave elige el planeo
y no el vuelo suicida
la sombra tiene albricias
en esa joven transeúnte.
Temen a fantasmas
quienes miran de lejanía
y cuando se esfuma
se aproximan
al honor de la cumbre.
Fue liberado el arameo
libertino el trasplante
de los flecos en
maniquíes filisteos.
Cada pezuña
tiene el filo que merece
cada comuna
el honor que enaltece
Sobre las mareas del vino
y la tierra del difunto
de que te jactas aburrido gusano
que tu aurea flota
en fabricado acuario.
En la inyección de la morfina
se ve el temple del corazón
y aquel temeroso que rila
insípida carencia de pasión.
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