Hoy Dios parece estar dormido,
enajenado de somnolencia,
en letargo de inconmensurable sienta
legó el mandato del libre albedrío
sobre la vaga conciencia del hombre.
Descendió luces de cometas,
esencias germinales del trigo
que se consumen en las callejas
en la pobreza flaca de rancheríos.
En un código indescifrable
pulsa la alarma de tu omminisencia
cuando los vergeles
oprimen la sabia conciencia
tras los muros ya vencidos
reconstruye la esperanza de laureles
loables
que sobre el pan de sangre
amanecen
nuevos ladrillos.
En todas las latitudes sin esencia profunda
no faltes Supremo gobierno
hasta que la paz de tu cielo sin vehemencia
agote bestiales huracanes de frio
donde reina el látigo de la indecencia.
Muéstranos el camino largo de tu reino
hasta conducir con firme decencia
este breve paso de anárquico destino
que estrecha su angostura
al borde de umbríos precipicios.
Somos muchos los vacilantes que declinan el
acto suicida
de disparar el plomo de la ruptura
ante la hermosa vida que palpita
optamos tu lección de magnificencia.
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