Tal vez el
corazón tenga un orden
numérico
para hallar el rigor
de tus
guarismos
donde las
blancas rosas
te llaman
por tu nombre.
Es mi boca
que te toca,
amor de
cifras,
exacta
formula de flor
de pólen
magenta oliendo
en la dirección
de tu boca/
El aire es
testigo de la senda
hacia tu copa,
en el
borde del abismo
donde
rozas liras y odas/
El viento abona
los hados de tus bosques y
las ondinas
que en tus acuosos
floreros
reposan.
Tal vez
hilo de agua
flote el
rio de mi boca
y lleve tu
figura sirena
con la
estela luminosa
que mi
piel palpa
como pluma
eíder con la sigla
frondosa
que sobre los verdes domos
repiten tu
nombre/
Mi corazón
tiene un caótico orden
cuando me
sumerjo en la sutileza
de tu boca
y los muslos numerados
se suman,
se restan,
se mezclan
en el amplio cabotaje
de tus
puertos machacados de algas/
En prosa,
en verso.
Sin
enumerar cuánticos,
arrimo a
tus pabellones estos ecos
de mis
voces internas hasta
que
penetren por tus tímpanos
con el
dulce repique de mis campanarios/
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