Te amo
como la sangre
que
nutre los poros del hueso,
con la
arteria roja más densa
y la
ínfima vena tributaria.
Del
oriente al poniente con exceso,
de mi
risa dulce de estambre
y mi
corazón arbitrario
En la
tarde cuando se inclina inmensa
mi
sentimiento hacia tu lado
como en
la mañana hecha calma
donde
te dejo los ojos al alba.
Te amo
cuando tu mano abre su palma,
me reencuentro la madura crisálida.
No sé
bien donde mi pensar dejó la calma
ni las
alas dejaron su vuelo,
pero
contigo regresó mi afán de rememorar verso.
Verso
que una vez dejó su onírica utopía y
hoy
vuelve con un horizonte sin barrera
donde
la mar es madre de la espuma y
tu
cuerpo mas que un mapa.
Al alba
desperté en claridad
sabiendo que para un planeta
se
precisan millones de hombres
y para
un mundo habitable
solo un
corazón y alma de mujer.
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