Alma
de mujer mia,
en
ti la noche cae
ardiendo
entre las sábanas
y
la huella de tu cuerpo
se
estampa cual si el centro
del
mundo se dibujara ahí.
Aun
huelo tu sudor de asombro
en
el sueño que dejaste en el lecho.
Puse
mis labios de escudo y
tu
ariete de beso fogoso se abrió paso,
con
el aroma de tu piel invadiendo mis poros.
Tus
besos en hoz segaron mis pastos
mustios
de antaño y
te
prometí caricias que aún no te he entregado.
De pronto
tus
ojos tiranos me hacen esclavo,
en
su inmensidad de océano me mido, y
la
pasión me quema con tu ausencia.
Tu
palabra de amante pronunciada
se
desliza en la espesura
de
dorados trigales,
donde
el suelo abre su oído
y
el cielo canta glorias.
Hay
hebras de tu pelo revoltoso que
decoran
la almohada.
Tu
palabra en gemido enaltece mi silencio,
cuando
al roce ya era tuyo
soltaste
saetas de besos atesorados.
No
vi tu lado ausente.
Sí
el clamor de tu carnal esencia.
Quisiera
partir sin ti a la frontera final.
Sino
envejezco a tu lado
será
una cita sin aviso.
El
amor que me has hecho
en mi viaje peregrino,
persistirá
en mi corazón de luto,
en mi ausencia inevitable.
Pero
por mí canta Mujer…
No
hagas que los pájaros tenores desafinen.
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