De ti he salido mujer,
del fuego mortal de tu
abrazo
golpeado como un aspa vieja
del molino llovido por la
piedra.
Obeso salgo de entre tus
senos,
casi muerto por la uva de tu
suspiro
y sus laderas de monte.
Desparramado caigo a tu
ombligo,
como un racimo preñado
en nueve lunas de primavera
Tus muslos magnéticos
atraen los pájaros del canto
metálico/
Entre las abras carnales y blancas
penetro como bélico guerrero
impetuoso y
la esponja celeste de tu
entrepierna
absorbe mis últimas gotas de
vena/
Vuelvo a forjarme
como el hierro en el crisol
ardiendo y
poderoso emerjo, con bríos
de batalla/
Tenaz y renovado me sumerjo
a tu libado ombligo de uva
hundida
mientras paseo mi mano libre
en la alameda de tu pubis
fresco.
Tus
raíces de brazos me estrechan como archipiélago,
de mi garganta súbita brota
hasta el mayor profundo
secreto que ignoro
y triturado en tu cuerpo
antes que los meridianos
múltiples de tentáculo
me dejas sin una próxima
aurora/
Me incorporo...
Doblo mis rodillas
crujientes y
te adoro como la creación
terrenal más viva/
A tu hora poderosa
vi sucumbir la flor blanca
y festejar la vida precipitada.
celebrándote diosa del color
en tu prado de pétalo fueguino.
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