miércoles, 11 de septiembre de 2013

COPAS ENTINTAS...


       COPAS ENTINTAS...                    (RICARDO ALVAREZ).

Fragor de agua y viento en la fricción
dinámica de la piel.
La luz se disuelve en gotas
ajenas a la sombra,
cuando invades mi anatomía
 con tu cuerpo.
me habitas de voces y
gemidos alternos,
de colores y fuegos
 que no se nombran
en los dominios de la pared.
Hallo tibieza y calidez
en tus verbos,
palabra sensual en tu boca.
labios que me tocan
en la distancia de antiguos puertos.
Mi piel templa su silencio,
pero mis muslos largos tiritan,
muñeca mía,
amada en el humo del incienso.
te sientas sobre ellos como una badana
revistiendo sillas, donde hay tiempo
para el vuelo de las gaviotas.
Me embriagas de lazos
como una luna alegre
que no nomina la pena.
Abres mi corazón de silencio
en la fortaleza de tu nido.
Los ruidos se adelgazan
 más allá que la voz de los grillos.
Acortamos pedestres distancias
irguiéndonos en dos glóbulos que se coagulan,
y ante los fríos intentamos volar al cielo,
aleteando un ritmo de bríos
y placeres que no se emulan.
cuando se hospedan
en la almohada que compartimos.
Nos rozamos de naranjas las palmas,
las embriagamos de locas uvas exprimidas
que instalan su tinte en los torrentes
de las venas inflamadas como mareas,
superando la dimensión del río.
Nos besamos con pasión de artista
hasta la proximidad del intenso final,
donde el rigor se desembaraza
con la potencia del grito terminal.
La calma va llegando en una canoa sin aristas,
donde la tarde queda estática,
vaga, en la entraña de la noche y
queda la oscuridad en dos vidrios,
saboreando la circular ribera
en dos copas de orilla compartida,
al sudor del alféizar, pletórico de rojos tintos.


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