Vespertina pasión.
Libertad de obstáculos.
El crepúsculo saliente palpa
el sentido del roce labial
Una pluma de sal se escalda
dilatando los cuerpos
bajo el tejar de nieve.
Vida mía…
Tu hablar es de llovizna
que enternece
los hilos erguidos del fuego,
la piedra es camino de alpaca
y a mis tímpanos entras
con resonantes aromas lilas
difundidos al aire germinal.
II
Senda de manos,
opulencia verde allende
en la foresta,
abierto canal con navajas
mientras el silencio reposa su
siesta.
Acumulada tea naranja
de siglos crepusculares
traes el volumen del racimo
donde la uva cuelga su
manifiesto.
El azadón clava la greba
desde anales
sembrando granos al huerto.
En la dilación del tiempo
la luna regresa corpúsculos
maduros
y se hace fosforo al encuentro.
Incita la penumbra el choque
del azufre
en las detonantes siluetas.
Nada sabe este amor de la
costumbre
porque cegué los ojos de la
rutina
para acariciar los péndulos de
tus caderas
mientras el aire se sacude al
cuerpo de la niebla
veo aspear el escote de tu
blusa
cual si te encendieras libela
purpura,
Y dentro del reducto el polvo
se estremece en alocado
momento,
ya los cuerpos son cenizas
ávidas al retorno de lloviznas
con estela de meteoros
se hacen gotas que reaniman
la pira del amor sediento.
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