viernes, 6 de enero de 2017

ENAJENÉ EL CUERPO


Dentro de mi cuerpo
dejaste tu geografía en proceso
con todas las tus ministerios suspendidos
en la ingravidez de mi anhelo.

No hallé tu potente mirar de sexo,
ni tu huella de sutil gaviota,
ni la senda de tu boca
proclamando uvas en el parral de mi sombra.

No estabas oculta en mi delante
ni en la opacidad de mi espalda,
solo sentí tu aliento de soslayo
escrudiñando las actas de mi testimonio.

No resistí enajenar el cuerpo
en la división del alma,
cultivé mi oro en tu tacto
y en la espesura de tu diagrama
hallé el extenso vientre de piel panorámica.

Fui diseñando el espacio exacto
en referencia a tus lunares de contacto.
Abrí libres luces a las altas torres del cielo,
elevé terrones de negra tierra magna
dentro del circular espacio giraban
aspas de plumas
en el cuerpo de dos palomas volando.

En la contemplación extasiada del vuelo
rescaté la estatura de tu boca fresa,
huellas de gaviotas que se adelgazan
y cercené la palabra al sembrarte tórridos besos de arena.


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